jueves, 9 de enero de 2014

Capítulo 8.

Salgo corriendo como de costumbre de mi casa. Las baldosas anaranjadas hoy me hacen más daño que de costumbre a la vista. ¿Quizás hoy el sol está especialmente rojo?

Encojo mis hombros mientras forcejeo con mi cremallera y voy bajando la pequeña cuesta de la pasarela, con la mochila apoyada en un hombro y con el pelo esparcido por mi cara.

He intentado evitarlo, pero me ha sido imposible abrocharme el abrigo antes de que el frío viniese dispuesto a congelar todas las articulaciones de mi cuerpo.

Resoplo y coloco mi mochila en ambos hombros mientras llego al final de la pasarela. Estoy ya sofocada y solo quería abrochar mi abrigo.

Emprendo camino hacia la estación de autobuses. ¿Por qué siempre llego tarde allá donde vaya? Pero parece, que eso de la impuntualidad en el instituto, lo han forjado en mi futuro.

Continúo con el paso apresurado hasta llegar a la mitad del camino.

Sin embargo, algo me para. Me quedo clavada en el asfalto mirando la casa por la que pasé un día antes. Ahí vive Liam.

Resoplo y siento en mi imaginación su olor a limpio, su sonrisa y su apellido. ¿Ángel?

Sin querer, cruzo mis manos delante de mí y las pongo a la altura de mi cadera. Sigo mirando la fachada y aún sin saber por qué, me dan ganas de sonreír. Y lo hago. Sonrío.

-¡Perfecto! – Exclaman detrás de mí.

Un aplauso junto al tono grave de voz suena cerca de mí.

Doy un pequeño salto sobre mí misma y separo las manos rápidamente. Busco detrás de mí pero no hay nadie. Mi oído me ha jugado una mala pasada.

-Estoy aquí. – Dicen.

Intento seguir la voz y miro al frente, a la fachada de nuevo. Después, veo como se prende la luz de la ventana, y como un chico se acerca a ella, sacudiendo su mano.

Mi sonrisa se hace más amplia y yo me sonrojo. ¿Cómo no? Liam de nuevo apareciendo como un ángel.

Sí, creo que su apellido era ángel.

-Si esperas un segundo voy contigo. – Exclama.
-Liam, creo que vamos a llegar…

El chico se retira rápidamente de la ventana y, dos segundos después, la luz se apaga. No me queda otra que esperar a que salga.

Miro ahora la puerta exterior del pasillo, por la que sale él encajándose la chaqueta. Su mochila cuelga de un hombro, y hoy su pelo está algo más alborotado de lo normal.

Baja las escaleras y, tras andar un par de pasos, empuja la puerta de metal.

Sale al fin a la calle y se acerca con unos largos pasos a mí, que no me he movido ni un metro cuadrado.

-¡Buenos días, señorita! – Exclama.

Y, tras ponerse a dos centímetros de mí, me abraza como jamás nadie lo ha hecho.

Contengo el aire y dejo que me estruje contra él. Mis ojos se han abierto y miro a un punto fijo. Quizás me esté poniendo roja de verdad.

Cuando me suelta, cojo el aire que había contenido, y aspiro su aroma a limpio. ¡Madre mía! Un escalofrío me recorre desde los pies a la cabeza. Y su sonrisa me deja K.O.

-B-buenos días, Liam. – Balbuceo.

Mientras recobro el aliento, él se alborota algo más el pelo. ¡Le queda genial! Francamente, creo que Liam es el chico más atractivo que he visto en mi vida. Superando a Styles.

-¿Nos vamos? – Sugiere.

Vuelvo a la tierra cuando su tono tan masculino vocaliza algo que tardo segundos en procesar.

-¿Y Nicole? – Pregunto.
-He estado esperando a que se arregle quince minutos. Hoy me había convencido para ir en coche, con su madre. Pero creo que es mejor idea irme contigo. – Dice.
-Creo que se enfadará. – Contesto.

Una pequeña sonrisa sale por debajo de mis palabras. El chico, que empieza a andar, me mira esbozando también una pequeña risa en sus labios.

Doy un par de zancadas y llego a su lado.

-Bueno, quizás si me camuflo durante el instituto, no me vea. – Dice.
-Quizás. – Contesto, sonriendo.
-¿Por qué ibas tan rápido? – Pregunta.

¡Mierda! ¡Claro que debía de ir rápido! Era demasiado tarde cuando salí de mi casa.

-¡Oh, Dios! ¡Liam! – Exclamo.

Le cojo de la muñeca, que está cubierta por su abrigo de color beige. Empiezo a correr tan rápido como puedo, arrastrando el cuerpo del chico entre las calles de los chalets. Su sonrisa para cualquier persona sería incómoda en una situación así; Para mí, es como algo que se está convirtiendo en una droga sana. Lo único bueno que tengo. Él y su sonrisa.

-_______, ¿Estás bien? – Dice, intentando frenar mi empeñado paso.
-¡Llegamos tarde! Ya llegué tarde ayer, no quiero que se convierta en costumbre. – Digo.

El chico se invade en una entusiasmada carcajada. No entiendo por qué lo hace, pero yo lo agradezco. Liam es la alegría personificada.

-¿Qué hora crees que es? – Pregunta.
-Por el reloj de mi cocina eran las ocho y cuarto. – Digo, sin mirar hacia atrás y arrastrando con todas mis fuerzas su cuerpo.

El chico se agarra a una barandilla de una casa y consigue frenarme. Con un pequeño forcejeo, ahora es él el que rodea mi muñeca con su gran mano, y tira de mí hacia él.

Me acerca mucho a él, quizás a menos de un metro de su rostro. Miro como su mano agarra fuertemente mi muñeca. Está roja por el frío, y sus venas destacan en ellas.

Su carcajada me despierta y subo la mirada para dar con sus ojos pequeños y marrones. Pestañeo un par de veces y miro su sonrisa. Preciosa.

-¿De qué narices te ríes? – Pregunto, intentando sonar seria.

Liam rompe en una carcajada más fuerte aún.

-¿Qué? – Pregunto. -¿Qué te pasa?
-¡Esto es lo más gracioso que me ha pasado en mucho tiempo! Apartando lo del grifo, claro.

Su risa se me contagia. Mi labio se gira para esbozar una pequeña sonrisa, aun que lucho para que mi rostro parezca duro.

-¿Por qué? – Pregunto.

Tras unos dos segundos para recuperarse, Liam calma su risa y me mira. Le sale vaho de la boca, gracias al frío invernal que adorna las calles de nuestra manzana.

-Ayer cuando fui a recogerte, tu padre tenía un reloj en sus manos. Me dijo que se había parado a las ocho y cuarto, y que debía cambiar las pilas. – Me informa.

Arqueo mis cejas, e intento parecer enfadada. De verdad lo estoy, aun que sea un poco.

¡¿Cómo diablos no me ha dicho mi padre que el reloj de la cocina estaba parado?!

De nuevo la risa de Liam estalla en las calles tan silenciosas. Lo único bueno de esta embarazosa situación, es que aún no me ha soltado.

-Bueno, señorito Payne. Si usted tiene la gran amabilidad de parar de reírse y decirme qué hora es. – Musito.

Suelta cuidadosamente mi muñeca y mi brazo cae con cuidado hasta llegar a su posición habitual. El chico comienza a andar y yo me llevo la mano a la nariz cuando él no me ve.

¡Huelo a él!

-Las ocho. – Dice. – Ocho y dos minutos.
***
Subimos las escaleras del autobús que nos dejará en la puerta del instituto. Enseñamos el bono y pasamos para el interior del vehículo.

-Creo que debes decirle a tu padre que te compre un reloj particular. – Dice, mientras busca asiento para dos.
-¿Por qué no se lo dices tú? Quizás te haga más caso que a mí. – Contesto.

Mis ojos avistan un asiento de dos justo a mi izquierda. No tardo en pasar rápidamente y ponerme al lado de la ventana.

Chisto a Liam y él me mira. Da media vuelta y se sienta en el asiento de mi lado.

-¿Desde cuándo lleva este asiento libre? – Pregunta.
-Desde que pasaste por delante. – Contesto.

Ambos nos reímos sigilosamente.

-Entonces, ¿Para tu cumpleaños quieres que te regale un reloj? – Pregunta.

Sonríe de nuevo y yo finjo que me hace gracia, burlándome de él.

-Sería un gran detalle por tu parte. – Contesto.
-Hecho. – Dice.

Le doy un pequeño puñetazo a la altura del hombro, y miro la autopista por la ventana del autobús.

¿Desde cuándo no sonrío como estoy sonriendo desde que conocí a Liam? ¿Desde cuándo no soy tan feliz?

-¡Hey, Payne! – Exclaman.

Desvío mi mirada de la carretera y justo va directa al asiento de adelante. Es Harry. Está apoyado en el respaldo, mirando hacia atrás, donde estamos nosotros.

La sonrisa de Liam desaparece completamente. Es más, apuesto que esa cara que acaba de poner lleva algo de repugnancia.

-Buenos días, Styles. – Dice, educadamente.
-¿Dónde te metiste después de clase? Creí que vendrías a jugar un partido. – Pregunta el chico de rizos perfectos, y ojos profundamente verdes.
-Tenía cosas que hacer. – Contesta Liam.

Harry gira el labio y asiente con la cabeza. Yo, le miro desde mi perspectiva, algo incómoda y frágil. Pequeña. Esa es la sensación que siempre me acompaña cuando estoy con él o los de su “tipo”

-¿Hay algo mejor que echar unas canastas? – Pregunta de nuevo Harry.
-Fui con ______. – Musita Liam.

Giro mi cabeza rápidamente hacia la cara de Liam. El chico tiene una sonrisa y lo ha dicho totalmente seguro de sí. ¿Qué diablos está haciendo?

Harry me mira. Lo veo de reojo. Con cuidado, giro la cabeza y coincido sus ojos con los míos. Me intimido nada más verle. Me estremece. Harry me causa algo diferente, y creo que no tiene nada que ver con algo positivo.

-Con que con _______... – Susurra en tono alto Harry.
-Sí. – Contesta Liam. -¿Algún problema, Styles?
-N-no. – Niega con la cabeza. – Sólo recuerda lo que hablamos de la liga.
-Bien, lo pensaré. – Contesta Liam.

Harry asiente con la cabeza y se desliza por el asiento. Vuelve a reconfortarse y tomar su adecuada postura.

Trago saliva tres veces por segundo, y siento que mi día acaba de desvanecerse. Sin embargo, algo me calma.

La mano de Liam de nuevo está en contacto con la mía, la cual está temblando en el reposabrazos de en medio de los dos asientos. Liam la posa encima de mí, y la aprieta fuertemente para tranquilizarme.

-Tranquila. – Me susurra. – No le temas.

Le miro y muerdo mi labio. Los ojos quieren soltar lágrimas, pero él aprieta más fuerte mi mano cuando ve que lo voy a hacer.

-No. – Me advierte. – No lo hagas.

¿Qué tipo de hechizo tiene este chico? ¿Cómo sabe exactamente todo lo que yo hago? Parece como si estuviese en mi mente.

Ahora, me da la vuelta a la mano en el reposabrazos, y en la palma, me empieza a hacer cosquillas con la yema de sus dedos.

-En gimnasia nos mandaron hacer baloncesto. – Susurra. – Yo jugué muchos años en un equipo de alto caché. Harry se fijó en mi juego y me dijo que si quería formar parte de su equipo, les beneficiaría. En ningún momento pensé en rechazarlo, el deporte y sobretodo el baloncesto me gustan. Todo cambió cuando Nic me contó lo que había hecho contigo. No quiero gente avariciosa e interesada a mi lado, ______.

Le miro. Estoy totalmente hipnotizada. Ese chico tiene un poder sobrenatural. Estoy tensa pero a la vez relajada. Eso que hace con sus dedos en mi mano, me está tranquilizando de tal manera que me tumbaría en su hombro y dormiría para siempre.

El vehículo frena fuertemente y Liam deja de masajear mi palma. Se levanta y se pone la mochila que tenía bajo el asiento sobre sus hombros.

Se inclina cerca de mi mejilla y se acerca a mi oído.

-Estoy contigo, ¿De acuerdo? – Me susurra.

Asiento con la cabeza y veo como atraviesa el autobús rápidamente. Espera el primero a que se abra la puerta, y baja a toda velocidad. Miro por la ventana y veo como busca desesperadamente a alguien. Y, ese alguien, es Nicole.

Su discusión – al parecer diaria – empieza en medio del patio. Sonrío como una idiota y me doy cuenta de que estoy prácticamente sola en el autobús.

Cojo mi mochila y la cargo sobre mis dos hombros. Atravieso el vehículo y lo abandono. Piso el asfalto y, segundos después, siento como me agarran de los hombros y tiran de mí.

Me giro como puedo y veo que se trata de Harry. Harry Styles. El ángel de ojos verdes y el diablo de rizos alborotados.

Resoplo y de nuevo mi cuerpo empieza a temblar. Mi sangre se enfría y mis ojos amenazan con hundirse más rápido que el Titanic.

No lucho contra sus empujones y me dejo llevar hasta donde él quiere. Me gira y me pone mirando hacia él. La diferencia de altura de nuevo se nota, y miro sus ojos verdes. Su pupila está agrandada, parece enfadado.

-¿Tú y yo no teníamos un trato? – Pregunta.
-Yo no he hecho tratos con nadie.
-¿Acaso no te bastó lo de ayer? ¿Acaso quieres más pruebas para darte cuenta de que Liam no puede juntarse contigo?
-Me parece verdaderamente penoso que tengas que amenazar a la gente para hacer amigos nuevos, Styles.

El chico suelta una irónica carcajada y me mira con aires de superioridad.

-Mira, preciosa. No tengo tiempo ni ganas de discutir con bichos como tú, así que, mejor será que te dejes tus gilipolleces a un lado y me hagas caso.
-______.  – Exclaman detrás de mí.

No me giro pero sé que es Liam. Segundos después, su olor me invade y, de reojo, miro como está a mi lado.

-¿Qué hacéis aquí? – Pregunta el chico.
-Sólo hablábamos. – Contesta Harry.
-¿Hablar? ¿Estás seguro de que sólo hablabais? – Pregunta Liam.
-Vamos Liam, vamos a clase. – Digo, mientras pongo la mano en su estómago.
-Sí, mejor vamos a clase. – Contesta.

Harry se queda detrás de nosotros, confundido. Parece la primera vez que Harry es más pequeño que yo.

Empezamos a caminar y nos incorporamos al pasillo principal del patio, el que lleva a las escaleras por las que se entra a las clases.

-¿Se pensará que soy idiota? – Pregunta Liam mientras caminamos.
-¿Por qué dices eso? – Replico.

-Esto no va a quedar así, ______. Ese chico no te va a hundir. No lo pienso consentir.


3 comentarios:

  1. Ahhhh Me Ah Faciiinado Siiguela Pronto me Encanta que escribas asta ahora eh leido Todas tus Novelas contando la segunta temporada de Nobody Compares y Esta...
    Y son Preciosas Me encanta que Escribas asi de Bien y te Felicito por tu Don Besos ♥
    Att: Tu lectora Fiel (@Directioner1DDJ)

    ResponderEliminar
  2. Que alguien como él te acaricie las manos, que alguien como él te digo cosas como esta: 'Estoy contigo, ¿De acuerdo?' no tiene precio alguno #Liam

    ResponderEliminar
  3. "Me parece verdaderamente penoso que tengas que amenazar a la gente para hacer amigos nuevos, Styles" Haha pobre harry creo que le han dicho sus verdades

    ResponderEliminar