Salgo corriendo
como de costumbre de mi casa. Las baldosas anaranjadas hoy me hacen más daño
que de costumbre a la vista. ¿Quizás hoy el sol está especialmente rojo?
Encojo mis
hombros mientras forcejeo con mi cremallera y voy bajando la pequeña cuesta de
la pasarela, con la mochila apoyada en un hombro y con el pelo esparcido por mi
cara.
He intentado
evitarlo, pero me ha sido imposible abrocharme el abrigo antes de que el frío
viniese dispuesto a congelar todas las articulaciones de mi cuerpo.
Resoplo y
coloco mi mochila en ambos hombros mientras llego al final de la pasarela.
Estoy ya sofocada y solo quería abrochar mi abrigo.
Emprendo
camino hacia la estación de autobuses. ¿Por qué siempre llego tarde allá donde
vaya? Pero parece, que eso de la impuntualidad en el instituto, lo han forjado
en mi futuro.
Continúo con
el paso apresurado hasta llegar a la mitad del camino.
Sin embargo,
algo me para. Me quedo clavada en el asfalto mirando la casa por la que pasé un
día antes. Ahí vive Liam.
Resoplo y
siento en mi imaginación su olor a limpio, su sonrisa y su apellido. ¿Ángel?
Sin querer,
cruzo mis manos delante de mí y las pongo a la altura de mi cadera. Sigo
mirando la fachada y aún sin saber por qué, me dan ganas de sonreír. Y lo hago.
Sonrío.
-¡Perfecto!
– Exclaman detrás de mí.
Un aplauso
junto al tono grave de voz suena cerca de mí.
Doy un
pequeño salto sobre mí misma y separo las manos rápidamente. Busco detrás de mí
pero no hay nadie. Mi oído me ha jugado una mala pasada.
-Estoy aquí.
– Dicen.
Intento
seguir la voz y miro al frente, a la fachada de nuevo. Después, veo como se
prende la luz de la ventana, y como un chico se acerca a ella, sacudiendo su
mano.
Mi sonrisa
se hace más amplia y yo me sonrojo. ¿Cómo no? Liam de nuevo apareciendo como un
ángel.
Sí, creo que
su apellido era ángel.
-Si esperas
un segundo voy contigo. – Exclama.
-Liam, creo
que vamos a llegar…
El chico se
retira rápidamente de la ventana y, dos segundos después, la luz se apaga. No
me queda otra que esperar a que salga.
Miro ahora
la puerta exterior del pasillo, por la que sale él encajándose la chaqueta. Su
mochila cuelga de un hombro, y hoy su pelo está algo más alborotado de lo
normal.
Baja las
escaleras y, tras andar un par de pasos, empuja la puerta de metal.
Sale al fin
a la calle y se acerca con unos largos pasos a mí, que no me he movido ni un
metro cuadrado.
-¡Buenos
días, señorita! – Exclama.
Y, tras
ponerse a dos centímetros de mí, me abraza como jamás nadie lo ha hecho.
Contengo el
aire y dejo que me estruje contra él. Mis ojos se han abierto y miro a un punto
fijo. Quizás me esté poniendo roja de verdad.
Cuando me
suelta, cojo el aire que había contenido, y aspiro su aroma a limpio. ¡Madre
mía! Un escalofrío me recorre desde los pies a la cabeza. Y su sonrisa me deja
K.O.
-B-buenos
días, Liam. – Balbuceo.
Mientras
recobro el aliento, él se alborota algo más el pelo. ¡Le queda genial!
Francamente, creo que Liam es el chico más atractivo que he visto en mi vida.
Superando a Styles.
-¿Nos vamos?
– Sugiere.
Vuelvo a la
tierra cuando su tono tan masculino vocaliza algo que tardo segundos en
procesar.
-¿Y Nicole? –
Pregunto.
-He estado
esperando a que se arregle quince minutos. Hoy me había convencido para ir en
coche, con su madre. Pero creo que es mejor idea irme contigo. – Dice.
-Creo que se
enfadará. – Contesto.
Una pequeña
sonrisa sale por debajo de mis palabras. El chico, que empieza a andar, me mira
esbozando también una pequeña risa en sus labios.
Doy un par
de zancadas y llego a su lado.
-Bueno,
quizás si me camuflo durante el instituto, no me vea. – Dice.
-Quizás. –
Contesto, sonriendo.
-¿Por qué
ibas tan rápido? – Pregunta.
¡Mierda!
¡Claro que debía de ir rápido! Era demasiado tarde cuando salí de mi casa.
-¡Oh, Dios!
¡Liam! – Exclamo.
Le cojo de
la muñeca, que está cubierta por su abrigo de color beige. Empiezo a correr tan
rápido como puedo, arrastrando el cuerpo del chico entre las calles de los
chalets. Su sonrisa para cualquier persona sería incómoda en una situación así; Para mí, es como algo que se está convirtiendo en una droga sana. Lo único
bueno que tengo. Él y su sonrisa.
-_______,
¿Estás bien? – Dice, intentando frenar mi empeñado paso.
-¡Llegamos
tarde! Ya llegué tarde ayer, no quiero que se convierta en costumbre. – Digo.
El chico se
invade en una entusiasmada carcajada. No entiendo por qué lo hace, pero yo lo
agradezco. Liam es la alegría personificada.
-¿Qué hora
crees que es? – Pregunta.
-Por el
reloj de mi cocina eran las ocho y cuarto. – Digo, sin mirar hacia atrás y
arrastrando con todas mis fuerzas su cuerpo.
El chico se
agarra a una barandilla de una casa y consigue frenarme. Con un pequeño
forcejeo, ahora es él el que rodea mi muñeca con su gran mano, y tira de mí
hacia él.
Me acerca
mucho a él, quizás a menos de un metro de su rostro. Miro como su mano agarra
fuertemente mi muñeca. Está roja por el frío, y sus venas destacan en ellas.
Su carcajada
me despierta y subo la mirada para dar con sus ojos pequeños y marrones.
Pestañeo un par de veces y miro su sonrisa. Preciosa.
-¿De qué
narices te ríes? – Pregunto, intentando sonar seria.
Liam rompe
en una carcajada más fuerte aún.
-¿Qué? –
Pregunto. -¿Qué te pasa?
-¡Esto es lo
más gracioso que me ha pasado en mucho tiempo! Apartando lo del grifo, claro.
Su risa se
me contagia. Mi labio se gira para esbozar una pequeña sonrisa, aun que lucho
para que mi rostro parezca duro.
-¿Por qué? –
Pregunto.
Tras unos
dos segundos para recuperarse, Liam calma su risa y me mira. Le sale vaho de la
boca, gracias al frío invernal que adorna las calles de nuestra manzana.
-Ayer cuando
fui a recogerte, tu padre tenía un reloj en sus manos. Me dijo que se había
parado a las ocho y cuarto, y que debía cambiar las pilas. – Me informa.
Arqueo mis
cejas, e intento parecer enfadada. De verdad lo estoy, aun que sea un poco.
¡¿Cómo diablos
no me ha dicho mi padre que el reloj de la cocina estaba parado?!
De nuevo la
risa de Liam estalla en las calles tan silenciosas. Lo único bueno de esta
embarazosa situación, es que aún no me ha soltado.
-Bueno,
señorito Payne. Si usted tiene la gran amabilidad de parar de reírse y decirme
qué hora es. – Musito.
Suelta
cuidadosamente mi muñeca y mi brazo cae con cuidado hasta llegar a su posición
habitual. El chico comienza a andar y yo me llevo la mano a la nariz cuando él
no me ve.
¡Huelo a él!
-Las ocho. –
Dice. – Ocho y dos minutos.
***
Subimos las
escaleras del autobús que nos dejará en la puerta del instituto. Enseñamos el
bono y pasamos para el interior del vehículo.
-Creo que
debes decirle a tu padre que te compre un reloj particular. – Dice, mientras
busca asiento para dos.
-¿Por qué no
se lo dices tú? Quizás te haga más caso que a mí. – Contesto.
Mis ojos
avistan un asiento de dos justo a mi izquierda. No tardo en pasar rápidamente y
ponerme al lado de la ventana.
Chisto a
Liam y él me mira. Da media vuelta y se sienta en el asiento de mi lado.
-¿Desde cuándo
lleva este asiento libre? – Pregunta.
-Desde que
pasaste por delante. – Contesto.
Ambos nos
reímos sigilosamente.
-Entonces,
¿Para tu cumpleaños quieres que te regale un reloj? – Pregunta.
Sonríe de
nuevo y yo finjo que me hace gracia, burlándome de él.
-Sería un
gran detalle por tu parte. – Contesto.
-Hecho. –
Dice.
Le doy un
pequeño puñetazo a la altura del hombro, y miro la autopista por la ventana del
autobús.
¿Desde cuándo
no sonrío como estoy sonriendo desde que conocí a Liam? ¿Desde cuándo no soy
tan feliz?
-¡Hey, Payne!
– Exclaman.
Desvío mi
mirada de la carretera y justo va directa al asiento de adelante. Es Harry.
Está apoyado en el respaldo, mirando hacia atrás, donde estamos nosotros.
La sonrisa
de Liam desaparece completamente. Es más, apuesto que esa cara que acaba de
poner lleva algo de repugnancia.
-Buenos
días, Styles. – Dice, educadamente.
-¿Dónde te
metiste después de clase? Creí que vendrías a jugar un partido. – Pregunta el
chico de rizos perfectos, y ojos profundamente verdes.
-Tenía cosas
que hacer. – Contesta Liam.
Harry gira
el labio y asiente con la cabeza. Yo, le miro desde mi perspectiva, algo
incómoda y frágil. Pequeña. Esa es la sensación que siempre me acompaña cuando
estoy con él o los de su “tipo”
-¿Hay algo
mejor que echar unas canastas? – Pregunta de nuevo Harry.
-Fui con
______. – Musita Liam.
Giro mi
cabeza rápidamente hacia la cara de Liam. El chico tiene una sonrisa y lo ha dicho
totalmente seguro de sí. ¿Qué diablos está haciendo?
Harry me
mira. Lo veo de reojo. Con cuidado, giro la cabeza y coincido sus ojos con los
míos. Me intimido nada más verle. Me estremece. Harry me causa algo diferente,
y creo que no tiene nada que ver con algo positivo.
-Con que con
_______... – Susurra en tono alto Harry.
-Sí. –
Contesta Liam. -¿Algún problema, Styles?
-N-no. –
Niega con la cabeza. – Sólo recuerda lo que hablamos de la liga.
-Bien, lo
pensaré. – Contesta Liam.
Harry
asiente con la cabeza y se desliza por el asiento. Vuelve a reconfortarse y
tomar su adecuada postura.
Trago saliva
tres veces por segundo, y siento que mi día acaba de desvanecerse. Sin embargo,
algo me calma.
La mano de
Liam de nuevo está en contacto con la mía, la cual está temblando en el
reposabrazos de en medio de los dos asientos. Liam la posa encima de mí, y la
aprieta fuertemente para tranquilizarme.
-Tranquila. –
Me susurra. – No le temas.
Le miro y
muerdo mi labio. Los ojos quieren soltar lágrimas, pero él aprieta más fuerte
mi mano cuando ve que lo voy a hacer.
-No. – Me advierte.
– No lo hagas.
¿Qué tipo de
hechizo tiene este chico? ¿Cómo sabe exactamente todo lo que yo hago? Parece
como si estuviese en mi mente.
Ahora, me da
la vuelta a la mano en el reposabrazos, y en la palma, me empieza a hacer cosquillas
con la yema de sus dedos.
-En gimnasia
nos mandaron hacer baloncesto. – Susurra. – Yo jugué muchos años en un equipo
de alto caché. Harry se fijó en mi juego y me dijo que si quería formar parte
de su equipo, les beneficiaría. En ningún momento pensé en rechazarlo, el deporte y sobretodo el
baloncesto me gustan. Todo cambió cuando Nic me contó lo que había hecho
contigo. No quiero gente avariciosa e interesada a mi lado, ______.
Le miro. Estoy
totalmente hipnotizada. Ese chico tiene un poder sobrenatural. Estoy tensa pero
a la vez relajada. Eso que hace con sus dedos en mi mano, me está
tranquilizando de tal manera que me tumbaría en su hombro y dormiría para
siempre.
El vehículo
frena fuertemente y Liam deja de masajear mi palma. Se levanta y se pone la
mochila que tenía bajo el asiento sobre sus hombros.
Se inclina
cerca de mi mejilla y se acerca a mi oído.
-Estoy
contigo, ¿De acuerdo? – Me susurra.
Asiento con
la cabeza y veo como atraviesa el autobús rápidamente. Espera el primero a que
se abra la puerta, y baja a toda velocidad. Miro por la ventana y veo como
busca desesperadamente a alguien. Y, ese alguien, es Nicole.
Su discusión
– al parecer diaria – empieza en medio del patio. Sonrío como una idiota y me
doy cuenta de que estoy prácticamente sola en el autobús.
Cojo mi
mochila y la cargo sobre mis dos hombros. Atravieso el vehículo y lo abandono.
Piso el asfalto y, segundos después, siento como me agarran de los hombros y
tiran de mí.
Me giro como
puedo y veo que se trata de Harry. Harry Styles. El ángel de ojos verdes y el
diablo de rizos alborotados.
Resoplo y de
nuevo mi cuerpo empieza a temblar. Mi sangre se enfría y mis ojos amenazan con
hundirse más rápido que el Titanic.
No lucho
contra sus empujones y me dejo llevar hasta donde él quiere. Me gira y me pone
mirando hacia él. La diferencia de altura de nuevo se nota, y miro sus ojos
verdes. Su pupila está agrandada, parece enfadado.
-¿Tú y yo no
teníamos un trato? – Pregunta.
-Yo no he
hecho tratos con nadie.
-¿Acaso no
te bastó lo de ayer? ¿Acaso quieres más pruebas para darte cuenta de que Liam
no puede juntarse contigo?
-Me parece
verdaderamente penoso que tengas que amenazar a la gente para hacer amigos
nuevos, Styles.
El chico
suelta una irónica carcajada y me mira con aires de superioridad.
-Mira,
preciosa. No tengo tiempo ni ganas de discutir con bichos como tú, así que,
mejor será que te dejes tus gilipolleces a un lado y me hagas caso.
-______. – Exclaman detrás de mí.
No me giro
pero sé que es Liam. Segundos después, su olor me invade y, de reojo, miro como
está a mi lado.
-¿Qué hacéis
aquí? – Pregunta el chico.
-Sólo
hablábamos. – Contesta Harry.
-¿Hablar?
¿Estás seguro de que sólo hablabais? – Pregunta Liam.
-Vamos Liam,
vamos a clase. – Digo, mientras pongo la mano en su estómago.
-Sí, mejor
vamos a clase. – Contesta.
Harry se
queda detrás de nosotros, confundido. Parece la primera vez que Harry es más pequeño
que yo.
Empezamos a
caminar y nos incorporamos al pasillo principal del patio, el que lleva a las
escaleras por las que se entra a las clases.
-¿Se pensará
que soy idiota? – Pregunta Liam mientras caminamos.
-¿Por qué
dices eso? – Replico.
-Esto no va
a quedar así, ______. Ese chico no te va a hundir. No lo pienso consentir.
Ahhhh Me Ah Faciiinado Siiguela Pronto me Encanta que escribas asta ahora eh leido Todas tus Novelas contando la segunta temporada de Nobody Compares y Esta...
ResponderEliminarY son Preciosas Me encanta que Escribas asi de Bien y te Felicito por tu Don Besos ♥
Att: Tu lectora Fiel (@Directioner1DDJ)
Que alguien como él te acaricie las manos, que alguien como él te digo cosas como esta: 'Estoy contigo, ¿De acuerdo?' no tiene precio alguno #Liam
ResponderEliminar"Me parece verdaderamente penoso que tengas que amenazar a la gente para hacer amigos nuevos, Styles" Haha pobre harry creo que le han dicho sus verdades
ResponderEliminar