lunes, 27 de enero de 2014

Capítulo 12.

Sonrío sarcásticamente y le vuelvo a revisar de arriba abajo. No me puede estar pasando esto. ¡¿Qué tipo de broma es esta?!

El chico mantiene su postura en la puerta del local, con sus brazos cruzados, levantando la ceja izquierda, y observando mi rostro, el cual apuesto el cuello a que es un total espectáculo.

Liam también me mira y yo continúo sonriendo, pero solo quiero tirarme de los pelos, y matar de un bofetón al diablo de ojos verdes, o lo que es lo mismo, a Harry.

Me paro un segundo en mi mente y pienso: ¿Qué haría cualquier chica como yo en una situación así?
Y si soy sincera conmigo misma por primera vez, solo se me ocurre una cosa: Correr.

-Buenas tardes. – Digo en forma de despedida.

Me doy media vuelta tan rápido como puedo y empiezo a correr dirección contraria a Harry.

Parece que la adrenalina está a flor de piel. ¿No había cafeterías en el mundo? ¡¿De verdad tuve que ir a la que estaba él?

Continúo corriendo y miro a ambas direcciones, ya que recto no puedo continuar. Esta es una de las decisiones más arriesgadas que he tomado en todo el día, y quiero tomarla bien.

Me encorvo y empiezo a mirar a ambos lados desesperada, mientras que en mi mente solo se me refleja la cara de sorpresa y apatía de Harry Styles, en la puerta de ese maldito local.

-¡Eh! – Me exclama alguien a mi lado, mientras me agarra del brazo. - ¿Qué diablos haces, ______?

Miro a mi derecha y veo que se trata de Liam. Suspiro pero eso no quita que quiera seguir corriendo.

De nuevo la sonrisa de idiota, o también la de “Quiero escapar de esta como sea”

Sin embargo, me enfrío cuando veo a Liam fruncir el ceño, estar confundido. No parece estar muy agradado con mi repentina decisión.

-¿Por qué corres? – Pregunta.
-¡¿Has visto quién es?! – Exclamo.
-Es Harry.
-¡Exacto! – Hago un gesto de obviedad con mis brazos. -¡Harry!
-______, olvídate de que ese de ahí es Styles. Ese puesto tiene que ser tuyo, ¿Recuerdas?
-Si en algún momento de mi estúpida vida pude replantearme que mi compañero de trabajo fuera imbécil, nunca pensé que lo pudiese llegar a ser tanto.

Liam se empieza a reír mientras yo retomo el aire. Estoy realmente furiosa, y toda esta situación es digna de cualquier programa de televisión de cámaras ocultas.

-¿Por qué narices te ríes? – Pregunto, al borde de la desesperación.
-Estás realmente irritada. – Dice, entre carcajadas.
-No pienso ir allí, con ese idiota.
-¿Acaso te da miedo? – Pregunta.

Frunzo el ceño y abro la boca. Me ofende que piense una cosa como esa. ¡Claro que no! ¿Acaso no he aprendido en estos últimos días que Harry no es nadie para tenerle miedo?

-Vamos, ______. No dejes que sea un obstáculo para demostrarte a ti misma que vales más de lo que piensas. Confía en ti. Yo sé que puedes con él y con millones como ese tío. Sé que podrás hacerlo genial.

Trago saliva y miro a Liam como, misteriosamente, me ha casi convencido. ¡Confiaba en mí!

El chico se acerca a mi cara y me da un casto beso en la mejilla. Siento sus finos labios rozar levemente mi moflete y me estremezco. Este era el empujón que me faltaba para ir allí y afrontar que trabajaré con un idiota, pero que no me hará sentirme peor de lo que ya lo ha estado haciendo.

-¡Eh, parejita! – Grita. - ¿Pasáis o…?

Le miro con cara de asco – repugnancia – y me acerco allí, seguida de Liam.

-Pasará ella. – Dice Liam cuando llegamos de nuevo al lado de la puerta.

Harry me revisa de arriba abajo y pone la cara de asco que yo ya me esperaba.

-¿Ocurre algo? – Pregunta un hombre detrás de Harry.

Le observo y veo que es mayor. Quizás unos cuarenta y muchos años. Con poco pelo, engominado hacia atrás, algo de barba, quizás de un par de días, y ojos grandes y negros. Expresivos. Bajo la mirada y veo que en su chapa del uniforme negro pone su nombre: Brad.

-No. – Contesta Harry. – Solo que la señorita…
-Ya pasaba. – Le interrumpe Liam, dándome empujones con las manos, en mi espalda.

¿Dónde diablos me estoy metiendo? Pido a gritos un signo de ayuda. Un signo que me diga de verdad si lo que hago es lo adecuado, y si de verdad no me estoy metiendo en la boca del lobo, como ya supongo que hago.

El hombre mira con el ceño fruncido y yo entiendo que mi actuación es ridícula. Empiezo con mal pie. Sin embargo, parece dejarlo pasar y comienza a andar dentro del local.

Acto seguido entro y miro como Liam se aleja de mí, dejándome sola. Pero para mi sorpresa, la seguridad parece quedarse conmigo. Como si de verdad las palabras de Liam de antes me hubieran servido para algo. Miro para atrás y el chico me levanta el dedo pulgar, con una sonrisa que me anima del todo.

Mientras, el hombre de pelo engominado – O Brad. – está delante de nosotros. Harry permanece a mi lado izquierdo.

Nunca le había tenido tan tranquilo de cerca. Le miro de refilón y me parece hasta más atractivo de lo normal.

-¿Cómo es su nombre? – Me pregunta el señor de pelo engominado, desde adelante.
-______. – Digo, con la voz algo elevada. - ______ Miller.
-Bien. – Dice. – Sígame.

Continúo su paso mientras observo todo con más precisión que la última vez.

-Harry, puedes ir recolocando las sillas. – Ordena Brad.

Y el chico obedece, para mi sorpresa. 

El local está vacío. Las sillas están encima de las mesas y el suelo marrón está brillante. Dudo que cuando termine la jornada laboral, esté tan radiante.

El hombre rodea la barra donde supuestamente atienden a los clientes y yo me quedo en frente, observándole. 

Lanza una especie de delantal negra a mis manos, y yo lo atrapo.

-Ese será su uniforme, señorita Miller. – Me dice.

Mis ojos se abren tanto como pueden mientras él coloca todo lo de detrás de la barra.

-Disculpe, señor…

El hombre se encorva y me mira directamente a los ojos.

-Brad. – Dice, con total firmeza.
-Señor Brad. – Corrijo. – Ayer, cuando llamé, me dijeron que me harían una entrevista y… por eso estoy aquí. – Digo.
-¡Ah, sí! – Exclama, con algo de ironía. – ¿Puedo tutearte?
-Claro… - Digo, algo confusa.
-Bien. Creo que tu nombre ya te lo he preguntado, ______. ¿Has trabajado en algo más?
-No.

El hombre vuelve a intentar ordenar todo lo de detrás de la barra para darme buena impresión.

-Entonces es su primer trabajo.
-Así es.
-¿Estudias?
-Sí.
-Bien, no me interesa el qué.

Arqueo las cejas y me estoy empezando a poner nerviosa. El ritmo que ha tomado el hombre desde que hemos entrado me desquicia.

-¿Eres mayor de edad? – Pregunta.
-No.
-Bueno, es igual. Después te doy la autorización para que la firmen tus padres.
-Entonces… ¿Estoy contratada?

Sube con un pequeño salto de detrás de la barra y pone sus manos abiertas encima de la piedra de ésta. Doy un pequeño bote y pestañeo un par de peces. Trago saliva y veo como Brad sonríe poco a poco.

-Apartando que solo quiso este puesto un tal John, algo irritante, podemos contar que tienes buen físico, pareces amable, responsable y educada. Le darás un toque nuevo a este pequeño negocio…

Mi ceño se frunce totalmente. Estoy algo desorientada, quizás sea por los cambios de actitud tan repentinos que acaba de tener el hombre.

-¡Contratada! – Exclama. -¡Empiezas mañana mismo!

Una silla detrás de nosotros choca fuertemente contra el suelo. Doy otro bote sobre mí, pero este más grande. Me doy inmediatamente la vuelta y miro hacia Harry, que es el responsable de que la silla se haya caído.

-¡Harry! – Exclama el hombre. -¡Estoy harto de tus chorradas de adolescente!

Observo la escena mientras arrugo estiro el delantal y lo observo. ¿De verdad este será mi uniforme?

-¡Que sea la última vez que traes a alguien aquí y desordenáis todo! Si no hablaré con tus padres. Recuerda que…
-Brad, está bien. Ya lo he entendido. – Le interrumpe Harry.
-Bien. Me alegro. – Contesta el hombre. – Te encargarás de supervisar a ______ hasta que aprenda, ¿De acuerdo?
-¡¿Qué?! – Exclamamos los dos a unísono.
-¿Tenéis algo que rechistar? – Pregunta Brad.
-Ella lo hará bien solita. – Dice Harry.
-Tú. Serás. Su. Supervisor. ¿De acuerdo? ¡Es la última que te paso! – Grita el hombre. – Y a ti, ______, mañana te veo.

De repente me tiende un folio. Lo observo incrédula y veo que es la autorización de la que me hablaba minutos antes.

-Encantado. – Dice por última vez.

Y desaparece, metiéndose por una de las puertas que hay girando una pequeña esquina. Supongo que será el almacén.

Intento asimilar todo lo que ha pasado, pero ha sido tan rápido, que no entiendo nada. Por un estúpido momento, se me pasa por la cabeza dejar el trabajo, y olvidar todo esto. Pero de repente aparece la imagen de mi padre agobiado, mirando cada factura, y se me encoje el estómago. Debo hacerlo.

Me doy media vuelta y decido emprender camino hacia la salida.

Miro a Harry que continúa colocando las sillas.

-¿Por qué diablos tienes que venir a trabajar aquí? – Me pregunta. -¿Acaso no había más cafeterías?
-Yo también me alegro de trabajar contigo, Harry. – Digo, irónicamente y con una pequeña sonrisa irritante.
-Creo que nunca me alegraré de nada que tengo que ver contigo. ¡O sí! De que te largues.
-Acostúmbrate a verme, Styles. Lo harás a menudo.

Me hace una mueca de asco y empiezo a andar por el local.

-Por cierto. – Interrumpe mi paso. – Espero que no cuentes a nadie que trabajo aquí.
-Claro. – Contesto, sin girarme, sin mirarle. – Espéralo.

***

-¿Cómo se te ocurre echar a correr? – Me pregunta Liam, mientras que nos adentramos en los chalets de nuestra manzana, de regreso a casa.
-No me esperaba ni por ninguna absurda idea a ese idiota ahí. – Contesto.
-Te deseo suerte, Miller. – Me dice, con una sonrisa.
-Créeme que no hay cosa que desee con más ansia.

El chico se ríe y mete sus manos en los bolsillos.

-Quien sabe, quizás esto os sirva para afinar vuestra relación.
-Los ángeles y los demonios nunca se han llevado bien. – Digo.
-¿Desde cuándo eres un demonio? – Pregunta, incrédulo.
-¡Yo soy el ángel, idiota!

El chico empieza a reírse y no puedo evitar hacerlo con él. Su sonrisa es tan peculiar que me llega hasta todo el tipo de fibra que me rodea en el cuerpo.

-Te iba a invitar a merendar. – Digo, evitando el quedarme embobada de nuevo. – Pero fíjate que…
-Lo he dicho de broma, señorita. – Dice, intentando arreglarlo.
-¿De broma?
-Tú eres un completo angelito. – Dice.
-Así me gusta. – Digo.

Comenzamos a andar, como de costumbre, envolviéndonos en nuestros típicos piques y bromas.

Todo parece tan fácil cuando le tengo a mi lado. Todo parece tan sencillo cuando su aroma es lo único que me rodea.

Aún siguen rebotándome las preguntas de por qué yo y no ellos, de por qué eligió quedarse conmigo y no irse con los populares. Aún me resuenan preguntas, pero quizás ya sea hora de apagarlas. De dejarlas aparcadas. De confiar en mí. De saber que valgo, quizás algo.

Le miro de reojo y, cómo no, está sonriendo.

Es tan diferente a todos los chicos. La sensación de estar con él es tan… Maravillosa.

-¡¿Enamorada?! – Exclama una chica que pasa a nuestro lado, junto a otra un poco más bajita que ella. Comparten una conversación.

Desaparezco automáticamente de mi mundo, en mi mente, y presto atención gracias a la alarmada exclamación de aquella chica.

-¿Cómo voy a estar enamorada? – Rechista.
-Dices que tienes mariposas en el estómago cuando le ves, que te quedas embobada mirándole, que solo quieres estar con él todo el día, que te mueres de celos cuando le ves con otra… ¡Estás enamorada, Sel!
-No digas tonterías… - Replica de nuevo la amiga.

Mi frente se arruga inmediatamente mientras que escucho la sonrisa de Liam de fondo. Esos síntomas me resultan familiares, y no de ninguna enfermedad…

Justo llega la hora de girar para entrar a mi pasarela. Ambos no compartimos ninguna palabra, pero yo grito a toda voz en mi cabeza qué me pasa con Liam.

Llegamos a mi puerta y no tardo ni dos segundos en sacar las llaves. Atravieso el hall exterior y entro al hall de mi casa. La calefacción me consuela, y me quito el abrigo.

-¡Ya estoy en casa, papá! – Grito.

Liam se limpia los zapatos en el felpudo mientras que yo oigo pasos en las escaleras. Algo escandalosos.

-¡Hola! – Exclama cuando se pone frente a nosotros.
-¡Tengo algo que contarte! – Digo
-Y yo también. Lo haré primero.

El hombre corre hasta el interior de la cocina y, tras diez segundos, sale con alguien delante de él. Sus manos apoyadas en los hombros de la chica, gracias a la diferencia de altura.

-¡Ya ha llegado Gabi! – Exclama el hombre.

Mi boca se abre lo más que puede. ¡Mi prima! Un grito sale del interior más profundo de mi garganta y corro a abrazarla. Las dos nos invadimos en un fuerte abrazo. La echaba tanto de menos, y me hace tanta falta ahora…

-Y, bueno. – Interrumpe mi padre. – Él es Liam. El novio de ______.

Mis ojos se agrandan, como platos. ¡¿Novio?! ¡¿NOVIO?!

-Hola, Gabi. Soy Liam. – Dice el chico.
-Eh, bueno… Sí. Él es Liam, pero…
-¿Queréis bizcocho? – Pregunta mi padre, interrumpiéndome. – Lo acabamos de hacer Gabi y yo.
-Por supuesto. – Contesta Liam. - ¿Verdad ______?
-Sí, claro… - Contesto, confusa.

Necesito poner muchas cosas en orden.

Acabo de conseguir un trabajo, del cual mi padre seguramente ni se imagine que sea la noticia que le iba a dar. En ese maldito trabajo está Styles, la persona más odiada por mí en todo el universo, seguido de Lilly y Carol, las cuales intentaron sabotear la decisión de Liam sobre el equipo de baloncesto. ¡Y yo me puse celosa! Cosa que, según la teoría de la chica, es un síntoma de ese sentimiento tan raro que sienten las personas con pareja… El amor, continuado de un montón de sentimientos que también coinciden con el diagnostico.

Pero no es eso lo peor de todo. Lo peor es que mi propio padre confunde mi relación con Liam con la de una pareja, y acaba de afirmar a mi prima algo fuera de lugar. ¡Que nadie ha negado! Ni siquiera Liam.


La única cosa que tengo clara, es que, en este momento, nada de mi vida está claro. 


5 comentarios:

  1. Está geniaaaal, porfa siguela. Me muero por el proximo capitulo. Liaaaam haiiii

    ResponderEliminar
  2. Sigue la pronto me encantaaa!!!
    Pd: Me puedes avisar por twitter cuando subas capítulo? Es @Ana1672

    ResponderEliminar
  3. Novia de Liam?? Bonito sueño. Espero que se haga realidad Nere :S ahahha

    ResponderEliminar