Sonrío
sarcásticamente y le vuelvo a revisar de arriba abajo. No me puede estar
pasando esto. ¡¿Qué tipo de broma es esta?!
El chico
mantiene su postura en la puerta del local, con sus brazos cruzados, levantando
la ceja izquierda, y observando mi rostro, el cual apuesto el cuello a que es
un total espectáculo.
Liam también
me mira y yo continúo sonriendo, pero solo quiero tirarme de los pelos, y matar
de un bofetón al diablo de ojos verdes, o lo que es lo mismo, a Harry.
Me paro un
segundo en mi mente y pienso: ¿Qué haría cualquier chica como yo en una
situación así?
Y si soy
sincera conmigo misma por primera vez, solo se me ocurre una cosa: Correr.
-Buenas
tardes. – Digo en forma de despedida.
Me doy media
vuelta tan rápido como puedo y empiezo a correr dirección contraria a Harry.
Parece que
la adrenalina está a flor de piel. ¿No había cafeterías en el mundo? ¡¿De
verdad tuve que ir a la que estaba él?
Continúo
corriendo y miro a ambas direcciones, ya que recto no puedo continuar. Esta es
una de las decisiones más arriesgadas que he tomado en todo el día, y quiero
tomarla bien.
Me encorvo y
empiezo a mirar a ambos lados desesperada, mientras que en mi mente solo se me
refleja la cara de sorpresa y apatía de Harry Styles, en la puerta de ese
maldito local.
-¡Eh! – Me
exclama alguien a mi lado, mientras me agarra del brazo. - ¿Qué diablos haces, ______?
Miro a mi
derecha y veo que se trata de Liam. Suspiro pero eso no quita que quiera seguir
corriendo.
De nuevo la
sonrisa de idiota, o también la de “Quiero escapar de esta como sea”
Sin embargo,
me enfrío cuando veo a Liam fruncir el ceño, estar confundido. No parece estar
muy agradado con mi repentina decisión.
-¿Por qué
corres? – Pregunta.
-¡¿Has visto
quién es?! – Exclamo.
-Es Harry.
-¡Exacto! –
Hago un gesto de obviedad con mis brazos. -¡Harry!
-______,
olvídate de que ese de ahí es Styles. Ese puesto tiene que ser tuyo,
¿Recuerdas?
-Si en algún
momento de mi estúpida vida pude replantearme que mi compañero de trabajo fuera
imbécil, nunca pensé que lo pudiese llegar a ser tanto.
Liam se
empieza a reír mientras yo retomo el aire. Estoy realmente furiosa, y toda esta
situación es digna de cualquier programa de televisión de cámaras ocultas.
-¿Por qué
narices te ríes? – Pregunto, al borde de la desesperación.
-Estás realmente
irritada. – Dice, entre carcajadas.
-No pienso
ir allí, con ese idiota.
-¿Acaso te
da miedo? – Pregunta.
Frunzo el
ceño y abro la boca. Me ofende que piense una cosa como esa. ¡Claro que no!
¿Acaso no he aprendido en estos últimos días que Harry no es nadie para tenerle
miedo?
-Vamos,
______. No dejes que sea un obstáculo para demostrarte a ti misma que vales más
de lo que piensas. Confía en ti. Yo sé que puedes con él y con millones como
ese tío. Sé que podrás hacerlo genial.
Trago saliva
y miro a Liam como, misteriosamente, me ha casi convencido. ¡Confiaba en mí!
El chico se
acerca a mi cara y me da un casto beso en la mejilla. Siento sus finos labios
rozar levemente mi moflete y me estremezco. Este era el empujón que me faltaba
para ir allí y afrontar que trabajaré con un idiota, pero que no me hará
sentirme peor de lo que ya lo ha estado haciendo.
-¡Eh,
parejita! – Grita. - ¿Pasáis o…?
Le miro con
cara de asco – repugnancia – y me acerco allí, seguida de Liam.
-Pasará
ella. – Dice Liam cuando llegamos de nuevo al lado de la puerta.
Harry me
revisa de arriba abajo y pone la cara de asco que yo ya me esperaba.
-¿Ocurre
algo? – Pregunta un hombre detrás de Harry.
Le observo y
veo que es mayor. Quizás unos cuarenta y muchos años. Con poco pelo, engominado
hacia atrás, algo de barba, quizás de un par de días, y ojos grandes y negros.
Expresivos. Bajo la mirada y veo que en su chapa del uniforme negro pone su
nombre: Brad.
-No. –
Contesta Harry. – Solo que la señorita…
-Ya pasaba.
– Le interrumpe Liam, dándome empujones con las manos, en mi espalda.
¿Dónde
diablos me estoy metiendo? Pido a gritos un signo de ayuda. Un signo que me diga
de verdad si lo que hago es lo adecuado, y si de verdad no me estoy metiendo en
la boca del lobo, como ya supongo que hago.
El hombre
mira con el ceño fruncido y yo entiendo que mi actuación es ridícula. Empiezo
con mal pie. Sin embargo, parece dejarlo pasar y comienza a andar dentro del
local.
Acto seguido
entro y miro como Liam se aleja de mí, dejándome sola. Pero para mi sorpresa, la
seguridad parece quedarse conmigo. Como si de verdad las palabras de Liam de antes me
hubieran servido para algo. Miro para atrás y el chico me levanta el dedo
pulgar, con una sonrisa que me anima del todo.
Mientras, el
hombre de pelo engominado – O Brad. – está delante de nosotros. Harry permanece
a mi lado izquierdo.
Nunca le
había tenido tan tranquilo de cerca. Le miro de refilón y me parece hasta más
atractivo de lo normal.
-¿Cómo es su
nombre? – Me pregunta el señor de pelo engominado, desde adelante.
-______. –
Digo, con la voz algo elevada. - ______ Miller.
-Bien. –
Dice. – Sígame.
Continúo su
paso mientras observo todo con más precisión que la última vez.
-Harry,
puedes ir recolocando las sillas. – Ordena Brad.
Y el chico obedece, para mi sorpresa.
El local
está vacío. Las sillas están encima de las mesas y el suelo marrón está
brillante. Dudo que cuando termine la jornada laboral, esté tan radiante.
El hombre
rodea la barra donde supuestamente atienden a los clientes y yo me quedo en frente, observándole.
Lanza una
especie de delantal negra a mis manos, y yo lo atrapo.
-Ese será su
uniforme, señorita Miller. – Me dice.
Mis ojos se
abren tanto como pueden mientras él coloca todo lo de detrás de la barra.
-Disculpe,
señor…
El hombre se
encorva y me mira directamente a los ojos.
-Brad. –
Dice, con total firmeza.
-Señor Brad.
– Corrijo. – Ayer, cuando llamé, me dijeron que me harían una entrevista y… por
eso estoy aquí. – Digo.
-¡Ah, sí! – Exclama,
con algo de ironía. – ¿Puedo tutearte?
-Claro… -
Digo, algo confusa.
-Bien. Creo que
tu nombre ya te lo he preguntado, ______. ¿Has trabajado en algo más?
-No.
El hombre
vuelve a intentar ordenar todo lo de detrás de la barra para darme buena
impresión.
-Entonces es
su primer trabajo.
-Así es.
-¿Estudias?
-Sí.
-Bien, no me
interesa el qué.
Arqueo las
cejas y me estoy empezando a poner nerviosa. El ritmo que ha tomado el hombre
desde que hemos entrado me desquicia.
-¿Eres mayor
de edad? – Pregunta.
-No.
-Bueno, es
igual. Después te doy la autorización para que la firmen tus padres.
-Entonces… ¿Estoy
contratada?
Sube con un
pequeño salto de detrás de la barra y pone sus manos abiertas encima de la
piedra de ésta. Doy un pequeño bote y pestañeo un par de peces. Trago saliva y
veo como Brad sonríe poco a poco.
-Apartando
que solo quiso este puesto un tal John, algo irritante, podemos contar que tienes
buen físico, pareces amable, responsable y educada. Le darás un toque nuevo a
este pequeño negocio…
Mi ceño se frunce
totalmente. Estoy algo desorientada, quizás sea por los cambios de actitud tan
repentinos que acaba de tener el hombre.
-¡Contratada!
– Exclama. -¡Empiezas mañana mismo!
Una silla
detrás de nosotros choca fuertemente contra el suelo. Doy otro bote sobre mí,
pero este más grande. Me doy inmediatamente la vuelta y miro hacia Harry, que
es el responsable de que la silla se haya caído.
-¡Harry! –
Exclama el hombre. -¡Estoy harto de tus chorradas de adolescente!
Observo la
escena mientras arrugo estiro el delantal y lo observo. ¿De verdad este será mi
uniforme?
-¡Que sea la
última vez que traes a alguien aquí y desordenáis todo! Si no hablaré con tus
padres. Recuerda que…
-Brad, está
bien. Ya lo he entendido. – Le interrumpe Harry.
-Bien. Me
alegro. – Contesta el hombre. – Te encargarás de supervisar a ______ hasta que
aprenda, ¿De acuerdo?
-¡¿Qué?! –
Exclamamos los dos a unísono.
-¿Tenéis
algo que rechistar? – Pregunta Brad.
-Ella lo
hará bien solita. – Dice Harry.
-Tú. Serás.
Su. Supervisor. ¿De acuerdo? ¡Es la última que te paso! – Grita el hombre. – Y a
ti, ______, mañana te veo.
De repente
me tiende un folio. Lo observo incrédula y veo que es la autorización de la que
me hablaba minutos antes.
-Encantado. –
Dice por última vez.
Y
desaparece, metiéndose por una de las puertas que hay girando una pequeña
esquina. Supongo que será el almacén.
Intento
asimilar todo lo que ha pasado, pero ha sido tan rápido, que no entiendo nada. Por un estúpido momento, se me pasa por la cabeza dejar el trabajo, y olvidar todo esto. Pero de repente aparece la imagen de mi padre agobiado, mirando cada factura, y se me encoje el estómago. Debo hacerlo.
Me doy media vuelta y decido emprender camino hacia la salida.
Miro a Harry
que continúa colocando las sillas.
-¿Por qué
diablos tienes que venir a trabajar aquí? – Me pregunta. -¿Acaso no había más
cafeterías?
-Yo también
me alegro de trabajar contigo, Harry. – Digo, irónicamente y con una pequeña
sonrisa irritante.
-Creo que
nunca me alegraré de nada que tengo que ver contigo. ¡O sí! De que te largues.
-Acostúmbrate
a verme, Styles. Lo harás a menudo.
Me hace una
mueca de asco y empiezo a andar por el local.
-Por cierto.
– Interrumpe mi paso. – Espero que no cuentes a nadie que trabajo aquí.
-Claro. –
Contesto, sin girarme, sin mirarle. – Espéralo.
***
-¿Cómo se te
ocurre echar a correr? – Me pregunta Liam, mientras que nos adentramos en los
chalets de nuestra manzana, de regreso a casa.
-No me
esperaba ni por ninguna absurda idea a ese idiota ahí. – Contesto.
-Te deseo
suerte, Miller. – Me dice, con una sonrisa.
-Créeme que
no hay cosa que desee con más ansia.
El chico se
ríe y mete sus manos en los bolsillos.
-Quien sabe,
quizás esto os sirva para afinar vuestra relación.
-Los ángeles
y los demonios nunca se han llevado bien. – Digo.
-¿Desde cuándo
eres un demonio? – Pregunta, incrédulo.
-¡Yo soy el
ángel, idiota!
El chico
empieza a reírse y no puedo evitar hacerlo con él. Su sonrisa es tan peculiar
que me llega hasta todo el tipo de fibra que me rodea en el cuerpo.
-Te iba a
invitar a merendar. – Digo, evitando el quedarme embobada de nuevo. – Pero fíjate
que…
-Lo he dicho
de broma, señorita. – Dice, intentando arreglarlo.
-¿De broma?
-Tú eres un
completo angelito. – Dice.
-Así me
gusta. – Digo.
Comenzamos a
andar, como de costumbre, envolviéndonos en nuestros típicos piques y bromas.
Todo parece
tan fácil cuando le tengo a mi lado. Todo parece tan sencillo cuando su aroma
es lo único que me rodea.
Aún siguen rebotándome
las preguntas de por qué yo y no ellos, de por qué eligió quedarse conmigo y no
irse con los populares. Aún me resuenan preguntas, pero quizás ya sea hora de
apagarlas. De dejarlas aparcadas. De confiar en mí. De saber que valgo, quizás
algo.
Le miro de
reojo y, cómo no, está sonriendo.
Es tan
diferente a todos los chicos. La sensación de estar con él es tan… Maravillosa.
-¡¿Enamorada?!
– Exclama una chica que pasa a nuestro lado, junto a otra un poco más bajita
que ella. Comparten una conversación.
Desaparezco
automáticamente de mi mundo, en mi mente, y presto atención gracias a la
alarmada exclamación de aquella chica.
-¿Cómo voy a
estar enamorada? – Rechista.
-Dices que
tienes mariposas en el estómago cuando le ves, que te quedas embobada
mirándole, que solo quieres estar con él todo el día, que te mueres de celos
cuando le ves con otra… ¡Estás enamorada, Sel!
-No digas tonterías…
- Replica de nuevo la amiga.
Mi frente se
arruga inmediatamente mientras que escucho la sonrisa de Liam de fondo. Esos
síntomas me resultan familiares, y no de ninguna enfermedad…
Justo llega
la hora de girar para entrar a mi pasarela. Ambos no compartimos ninguna
palabra, pero yo grito a toda voz en mi cabeza qué me pasa con Liam.
Llegamos a
mi puerta y no tardo ni dos segundos en sacar las llaves. Atravieso el hall
exterior y entro al hall de mi casa. La calefacción me consuela, y me quito el
abrigo.
-¡Ya estoy
en casa, papá! – Grito.
Liam se
limpia los zapatos en el felpudo mientras que yo oigo pasos en las escaleras.
Algo escandalosos.
-¡Hola! –
Exclama cuando se pone frente a nosotros.
-¡Tengo algo
que contarte! – Digo
-Y yo
también. Lo haré primero.
El hombre
corre hasta el interior de la cocina y, tras diez segundos, sale con alguien
delante de él. Sus manos apoyadas en los hombros de la chica, gracias a la
diferencia de altura.
-¡Ya ha
llegado Gabi! – Exclama el hombre.
Mi boca se
abre lo más que puede. ¡Mi prima! Un grito sale del interior más profundo de mi
garganta y corro a abrazarla. Las dos nos invadimos en un fuerte abrazo. La
echaba tanto de menos, y me hace tanta falta ahora…
-Y, bueno. –
Interrumpe mi padre. – Él es Liam. El novio de ______.
Mis ojos se
agrandan, como platos. ¡¿Novio?! ¡¿NOVIO?!
-Hola, Gabi.
Soy Liam. – Dice el chico.
-Eh, bueno…
Sí. Él es Liam, pero…
-¿Queréis
bizcocho? – Pregunta mi padre, interrumpiéndome. – Lo acabamos de hacer Gabi y
yo.
-Por
supuesto. – Contesta Liam. - ¿Verdad ______?
-Sí, claro…
- Contesto, confusa.
Necesito
poner muchas cosas en orden.
Acabo de
conseguir un trabajo, del cual mi padre seguramente ni se imagine que sea la
noticia que le iba a dar. En ese maldito trabajo está Styles, la persona más
odiada por mí en todo el universo, seguido de Lilly y Carol, las cuales
intentaron sabotear la decisión de Liam sobre el equipo de baloncesto. ¡Y yo me
puse celosa! Cosa que, según la teoría de la chica, es un síntoma de ese
sentimiento tan raro que sienten las personas con pareja… El amor, continuado
de un montón de sentimientos que también coinciden con el diagnostico.
Pero no es
eso lo peor de todo. Lo peor es que mi propio padre confunde mi relación con
Liam con la de una pareja, y acaba de afirmar a mi prima algo fuera de lugar.
¡Que nadie ha negado! Ni siquiera Liam.
La única
cosa que tengo clara, es que, en este momento, nada de mi vida está claro.
Está geniaaaal, porfa siguela. Me muero por el proximo capitulo. Liaaaam haiiii
ResponderEliminar*w*
ResponderEliminarPer-fec-ta *u*
ResponderEliminarSigue la pronto me encantaaa!!!
ResponderEliminarPd: Me puedes avisar por twitter cuando subas capítulo? Es @Ana1672
Novia de Liam?? Bonito sueño. Espero que se haga realidad Nere :S ahahha
ResponderEliminar