Liam acude
rápidamente a recoger el abrigo de encima de la cama. Se aclara la garganta y
yo me limpio disimuladamente los ojos.
-________. -
Reclama la voz que hace unos segundos pronunciaba mi nombre.
Veo como los
pies de Liam se ponen paralelos a los míos, y masajea rápidamente mi rodilla.
-Es tu
padre. – Me susurra.
Trago saliva
y levanto la cabeza. ¿A qué tipo de submundo me traslada Liam que ni siquiera
reconozco la voz de mi propio padre?
Miro los
profundos ojos del hombre. Continúa con el ceño fruncido y yo me siento
culpable.
-¿Estás bien?
– Pregunta.
-Ha sido
culpa mía, señor Miller. – Contesta Liam. – Le leí algo precioso.
El chico es
tan rápido como la luz y se saca un papel doblado del bolsillo trasero de su
pantalón. - Que seguramente sea cualquier tipo de apuntes -
Con el gesto
aún apenado, miro como mi padre analiza cautelosamente el papel que está
tendido entre las manos de Liam. Sin embargo, no lo coge.
Da dos
pequeños pasos y está a mi lado.
Se apoya en
mis rodillas y Liam se retira algo más de nosotros para dejarnos intimidad.
-¿Estás
bien? – Me pregunta.
-Sí, papá.
-¿Hablas enserio?
– Replica el hombre.
-Sí.
Mi padre no
insiste más y se queda unos segundos intentando darme tiempo, quizás para que
yo le contase algo del por qué estaba así.
Consciente
de que no le voy a decir nada, suelta mis rodillas y siento como el frío que
tengo por todo el cuerpo, viaja también para acapararme las rodillas.
Arrastra los
pies hasta el pasillo y se queda en el arco de la puerta.
-Cuando
puedas me gustaría que bajases, ________. Tengo noticias. – Me informa
-Está bien.
– Digo.
Liam se
acerca a mí y deja de lado la esquina en la que se encontraba. ¿Se sentirá ella
tan sola como me siento yo cuando se va de mi lado?
Mi padre
cierra la puerta y Liam vuelve a dejar el abrigo en la cama y, con un pequeño
impulso, sube a la alta cama para tomar asiento.
-Por los
pelos. – Dice.
Le miro y
devuelvo la mirada al suelo, entrelazando mis manos y poniéndolas en mis
rodillas.
-Lo siento,
Liam… No quería ponerme así. – Digo.
-¡No! –
Exclama, preocupado.
Levanto
cuidadosamente la mirada, y le encuentro. Encuentro sus pequeños ojos marrones.
Un cosquilleo me retuerce el estómago y me acuerdo de su profundo abrazo.
-Lo siento
yo. – Añade mientras se baja de la cama. – Creo que no estás preparada para hablar de algo como esto. Sea lo que sea, no creo que este sea el momento para saber de qué se trata. Tómate tu tiempo, ______.
El chico se
encuentra enfrente de mí. Estamos igualados en altura. Sus grandes manos se
posan en mis mejillas y esquivan el cabello que impide que mi rostro se vea
limpio.
Ahora, con
sus pulgares, seca mis lágrimas de debajo de los ojos.
Mientras
pestañeo, siento un choque frontal de mis pestañas con su pulgar, y me estremezco
completamente.
-Eres
preciosa, _______. Debes saberlo. – Me susurra.
Le sonrío
para tranquilizarle. ¡Oh, Dios! Esta situación es realmente extraña. Él me está llamando preciosa. ¡Él!
Estamos
minutos mirándonos. Compartiendo miradas, desahogándonos a base de solo
mirarnos.
-Creo que tu
padre necesita hablar contigo. – Dice por fin, mientras aparta sus manos de mi rostro.
El momento
se interrumpe, se rompe. Y, por un momento, quiero que el tiempo retroceda, y
que el abrazo de antes, se repita.
-S-sí. –
Balbuceo.
Doy una
vuelta sobre mi cuello con la cabeza mientras Liam coge su abrigo. Salto de un
pequeño bote de la cama, y me dirijo a la puerta.
Ambos
salimos de mi habitación y bajamos hasta el hall.
-Creo que yo
ya me voy. – Dice Liam.
-¿No quieres
tomar nada? – Pregunto.
-Mejor habla
con tu padre. Tengo que estudiar para mañana, ¿Recuerdas?
-¡¿Aún no lo
has hecho?! – Exclamo.
-Fui a
correr al parque.
Le sonrío
tímidamente y entiendo que el deporte es una de sus aficiones más, junto a la
música.
-¡Vaya! Por
fin bajáis.
La voz grave
me alerta de que mi padre está detrás de nosotros. Me giro y me encuentro al
hombre en la puerta del salón, apoyado en el marco.
-Yo ya me
voy, señor Miller. – Informa Liam.
-Por favor,
llámame Chad.
Liam sonríe.
¡Vaya! Hasta parece ruborizado. Quizás por inercia, mi sonrisa también se
dibuja solo de mirarle. Él me mira y me doy cuenta de que estoy quedando como
una idiota por sonreír por algo que a mí no me incumbe. Retiro la mirada de
Liam y, mientras miro al suelo, entrelazo mis manos.
-¿Me he
perdido algo? – Pregunta mi padre.
-No, no. –
Niego rápidamente yo. – Liam ya se va.
El chico
asiente con la cabeza y yo me pongo a su lado para acompañarle hasta la puerta.
-¡¿Ya?! –
Exclama mi padre. – Puedes quedarte a cenar, Liam.
-Oh, no, no.
Gracias, señor… - Liam gira sus ojos y se da cuenta de la advertencia anterior
de mi padre. – Chad. – Corrige.
-¿Estás
seguro? – Insiste mi padre. – Creo que ______ podría enseñarte sus magníficas
fotografías.
Mi gesto
cambia en menos de una milésima de segundo. ¡¿Las fotografías?! No, no. No
quiero enseñárselas. No ahora.
-Es muy
buena. – Recalca el hombre.
Niego con la
cabeza tan rápido como puedo. Me pongo detrás de Liam y empujo su espalda hasta
conducirle a la puerta. Mi padre nos sigue.
-Eh, cielo.
¿Acaso no vas a dejar que Liam vea el talento que tienes? – Pregunta el hombre
mientras camina.
Me paro
cuando por fin consigo dejar a Liam al pie de la puerta. El chico se da la
vuelta para observarnos.
-¿No me vas
a enseñar tus fotografías, ______? – Me pregunta ahora el chico.
Me giro
rápidamente hacia él y pongo cara de enfado mientras abro las palmas de las
manos. Me están irritando.
Liam se
envuelve en una pequeña y disimulada carcajada. ¡A ese chico le encanta
desquiciarme!
-Te las
enseñaré, Liam. – Le digo, en un tono autoritario.
El chico me
sonríe y asiente, conforme con mi advertencia.
-Mejor me
marcho. Un placer verle, Chad. – Se despide con un tono educado de mi padre.
-Igualmente.
– Contesta el hombre.
Ambos se
mandan una sonrisa cómplice mientras que mi padre se retira de la escena para
dejarnos despedirnos. Me doy cuenta de lo bien que han congeniado Liam y mi padre.
Quizás es porque cualquier persona cercana a mí se habría dado cuenta de que yo
solo sonrío sinceramente cuando Liam está a mi lado.
-Creo que
tenemos algo pendiente. – Musita Liam.
-¿Ah, sí? –
Pregunto. - ¿Qué le hace pensar que yo quiero una cita con alguien como usted,
señorito Payne?
-No, no hablo de citas. Nada de
citas, señorita. A lo nuestro no se le puede permitir el lujo de llamarlo
citas.
Sonrío como
una idiota cuando lo denomina “Lo nuestro” ¿Acaso es algo diferente a la
amistad del resto de adolescentes? ¿Acaso podría denominarse “Nuestro”?
-Mañana nos
vemos. – Dice. – Espero que estudies más que yo.
-No dudes
que lo haré.
El chico
sale por la puerta mientras sacude su mano. Yo le imito mientras sonrío.
Después,
cierro la puerta y me siento vacía. Su olor permanece aquí, pero él no. Y eso
me mata.
Sueno como
una protagonista de cuentos enamorada de un príncipe azul. ¡¿Amor?! ¡¿Qué mosca me ha picado?!
Sacudo lo
más fuerte que puedo la cabeza para quitarme esa idea. ¡Puag! No quiero saber
nada sobre ese tema.
-¡Por fin te
tengo para mí! – Exclama mi padre saliendo de la cocina.
Arrastro los
pies hasta el salón y él me persigue.
-¿Qué pasa? – Pregunto.
El hombre
espera a que los dos tomemos asiento y enreda sus dedos de ambas manos mientras me mira. Yo me
tomo mi tiempo para enrollarme en la manta y acomodarle, para después mirarle.
-¿A qué se
debe tanto misterio, papá? – Pregunto.
-Ese chico
es buena influencia.
-Lo sé.
El hombre se
echa a reír y mira a un lado, intentando calmar su carcajada.
-Tranquila,
cielo. No quiero ponerte roja; Aparte, quiero hablar de algo que no tiene nada
que ver con Liam.
Frunzo el
ceño y pienso. ¿Qué querrá decirme?
-¿Recuerdas
que te dije que me llamó tu tía Alice hace unos días? – Pregunta.
En mi mente
pasan muchas cosas, demasiadas; Quizás por eso no recuerde cuándo me dijo
exactamente eso.
-No. –
Niego.
-Tu prima
Gabriela vendrá a pasar una temporada con nosotros. Quizás venga en un par de
días.
-¿Una
temporada? – Replico.
-Indefinida,
de momento. Seguramente la matriculen en tu instituto, así que me gustaría que
le presentases a Liam. Seguro que congenian igual de bien.
¿Acaso la
suerte se ha puesto ya de mi lado? Gabi no podría venir en un momento mejor que
este.
-¡Genial! –
Exclamo.
Mi padre
sonríe y se abalanza sobre mí. Me ofrece un abrazo en el que me siento
refugiada. Sonrío aun que no me vea.
-¿Le has
contado algo a Liam de…? – Pregunta.
En ese momento,
mis articulaciones y órganos se congelan. Me vuelvo fría. Un témpano de hielo.
Me separo de
él cuidadosamente y le miro a los ojos. Tras unos segundos intentando no
romperme en lágrimas, niego con la cabeza.
-Voy a estudiar.
– Digo.
Mi padre
asiente con la cabeza, culpable de haber roto un momento como ese. Me pongo en
pie y, mientras atravieso el salón, me rompo.
***
Toda la
clase está histérica. En apenas diez minutos, haremos el examen del que yo
debería de estar totalmente preparada.
Exactamente
eso, debería. La biología y yo siempre nos hemos llevado muy bien, pero desde
que Liam apareció, todos los esquemas de las células y relacionados, se habían
roto en mi mente; Y no solo los de biología, sino todos los esquemas de mi vida
en general.
Estoy
sentada en la mesa, apoyada en la pared, mientras que Liam juega a algún juego
de su móvil.
-Deberías de
estar estudiando las células. – Le digo.
El chico
levanta la mirada y me sonríe cuando nuestros ojos coinciden.
-¿Acaso lo
estás haciendo tú? – Pregunta, y regresa la mirada al juego.
-Yo estudié.
-Y yo
también.
Ambos
reímos. Jamás pensé que en estas cuatro paredes me pudiera sentir reconfortada.
Segura. Con algo de autoestima. ¿Acaso eso existía?
-¿Y tú? – Me
pregunta de nuevo el chico, con la mirada fijada en su pantalla del móvil, y
haciendo movimientos bruscos con él. - ¿Estás nerviosa?
-¿Yo? –
Replico. -¿Por qué iba a estarlo? Te acabo de decir que me sé el tema
estupendamente.
El chico
levanta de nuevo la mirada y da con mis ojos. Los suyos son tan negros, tan
profundos, tan misteriosos…
-Le recuerdo
a la señorita que quería una cita conmigo, que la cita la tiene en la cafetería
“Time & Coffe”
¡Oh, Dios!
Se me había olvidado por completo la “entrevista”
-Se te
olvidó volver a llamar, ¿no? – Pregunta.
Me muerdo el
labio e intento poner cara de inocente. El chico sonríe y yo a la vez que él.
¿Cómo puede
saber exactamente todo lo que voy a hacer? ¿Cómo sabe siempre lo que estoy
pensando? ¿Acaso también sabrá todo lo que pienso cuando le veo sonreír?
-Tranquila.
Me encargué de concretar tu cita. Yo lo estropeé, yo lo he arreglado.
Mi cara es
de total sorpresa.
-¿Qué has
hecho, Liam? – Pregunto.
-Aun que ni
yo ni tu padre estemos de acuerdo en que trabajes, creo que te debía el favor.
Tienes la entrevista confirmada a las cinco y media. Debes ir algo arreglada.
-¡Joder,
Liam!
Y, de nuevo,
esa inercia de abrazarle me sale sola. Cuando me doy cuenta, estoy enredada en
sus brazos, oliéndole y disfrutando de sus manos posadas en mi espalda.
Pero algo lo
estropea. Mi mirada no puede evitarlo y va a parar a la puerta, por donde está
entrando Harry, quien ha faltado toda la mañana.
Quizás solo
venga por el examen.
Su ceño está
fruncido y camina de mala gana. Todo el mundo que está en el aula se vuelve
para verle, pero él solo puede hacer una cosa: Mirarme a mí.
Nuestros
ojos coinciden y mi estómago se encoje. Suelto rápidamente a Liam e intento
retomar la compostura con la máxima dignidad posible.
Sí, Liam ya
ha elegido, pero sus ojos verdes y sus rizos tan alborotados y rebeldes, no
dejan de intimidarme.
Cuando el
diablo se sienta, devuelvo la mirada a Liam.
Arrugo el
entrecejo cuando me doy cuenta de que Lilly y Carol le han rodeado. Carol me da
la espalda. Yo no pertenezco a ese círculo. O mejor dicho, ellas no quieren que
lo haga.
La sangre de
Lilly quemaría sus venas cuando ha visto que abrazaba a Liam.
Una rara
rabia me recorre desde el dedo gordo del pie hasta el último pelo de mi melena.
Mientras
frunzo el ceño, me retiro de ese ridículo círculo, y saco mi teléfono móvil, el
cual uso de espejo para disimular.
-El otro día
estuve esperando a que vinieses a los entrenamientos de baloncesto. – Informa
Lilly.
Levanto la
mirada y veo que la chica está insinuándose a Liam. El chico parece intimidado
y quiere quitársela de encima.
Regreso la
mirada a la pantalla y continúo escuchando.
-Tenía otros
planes. – Contesta Liam, frío.
No sabía que
ese chico pudiese llegar a ser tan cortante. Parece incompatible con él.
-Creo que el
equipo de baloncesto triunfaría con un jugador como tú. – Dice de nuevo Lilly. –
Ya escuchaste a Harry, eres la pieza que le falta al puzle para ser perfecto.
Miro de
reojo de nuevo la escena y veo como Liam aparta la mirada de la chica, que
continúa acosándole.
-Lilly, no
sé si será buena idea formar parte de ello… - Contesta Liam.
Mi oído no
da abasto. Liam está dudando. ¡Está dudando! ¿Acaso no me dijo que ya había
elegido? ¿Acaso no me dijo que él me prefería a mí que a ellos?
Me levanto
de mala gana de la mesa y me dirijo a la puerta. Me apoyo en ella y tengo
la mitad del cuerpo en el pasillo y la mitad del cuerpo en la clase, de manera
que veo todo lo de mí alrededor.
Pero yo solo
puedo fijarme en algo: La persistente conversación de Lilly y Liam.
La chica
está sonriendo. ¡Arg! La sangre me arde por dentro, tanto que creo que voy a
explotar.
Pero mi duda
se despeja cuando veo que Liam también sonríe. ¡Voy a explotar! ¿Liam riéndose
con esa idiota? ¿Por qué?
Parece
estarlo pasando genial. Parece que la sonrisa con Lilly es tan sincera como
cuando está conmigo.
¿Y si de
verdad Harry tenía razón y el sitio de Liam siempre debió de ser con ellos? ¿Y
si de verdad estoy interrumpiendo algo en lo que él puede servir? ¿Y si de
verdad no le convengo?
-¡Hey! –
Exclama alguien delante de mí.
Vuelvo al mundo real y me percato de que es Nicole. Está haciendo gestos raros con las manos
delante de mi cara.
-¡Nicole! –
Exclamo.
-Llevo
llamándote desde la mitad del pasillo. – Me informa.
-Lo siento,
estaba…
-¡Pareces
celosa! – Exclama de broma, sonriendo y dándome pequeños toquecitos con el codo
en mi cadera.
Finjo una
sonrisa, ya que su cara es amable y no la quiero desilusionar. Sin embargo, un
escalofrío me recorre en los mismos sitios desde donde antes se desprendía mi
rabia.
Celos. Esa
palabra vibra en mi cerebro, de tal manera que hasta me llego a replantear si
pueden llegar a ser celos. ¿Ese sentimiento no existe solo en las relaciones de
pareja?
Quizás lo
que tenga sea miedo de perder a la única persona que me ha valorado. Quizás lo
que tenga sea miedo de perder a mi ángel de la guarda. O quizás tenga miedo a
sentir celos, porque eso quiere decir que los siento de verdad.
PD. ¡Hola amores! Para las que no lo hayáis leído, aquí está la sinopsis + un fragmento del trailer de "Whispers" (La próxima novela de Harry) Me encantaría que leyéseis esta entrada: http://sttories1d.blogspot.com.es/2014/01/sinopsis-proxima-novela-harry-breve.html#comment-form POR FAVOR! #NereaLoveNerrys.
Seguilaaaaaaaaaaaaa, asdadasdads. Es tan perfecta *-*
ResponderEliminarMe encanta *-* siguela prontoo
ResponderEliminarAaaaw siguelaaa :3.
ResponderEliminarREGOMENDACION: Sube la a wattpad, tendrá mas éxito. ♥
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