martes, 14 de enero de 2014

Capítulo 10.

Liam acude rápidamente a recoger el abrigo de encima de la cama. Se aclara la garganta y yo me limpio disimuladamente los ojos.

-________. - Reclama la voz que hace unos segundos pronunciaba mi nombre.

Veo como los pies de Liam se ponen paralelos a los míos, y masajea rápidamente mi rodilla.

-Es tu padre. – Me susurra.

Trago saliva y levanto la cabeza. ¿A qué tipo de submundo me traslada Liam que ni siquiera reconozco la voz de mi propio padre?

Miro los profundos ojos del hombre. Continúa con el ceño fruncido y yo me siento culpable.

-¿Estás bien? – Pregunta.
-Ha sido culpa mía, señor Miller. – Contesta Liam. – Le leí algo precioso.

El chico es tan rápido como la luz y se saca un papel doblado del bolsillo trasero de su pantalón. - Que seguramente sea cualquier tipo de apuntes - 

Con el gesto aún apenado, miro como mi padre analiza cautelosamente el papel que está tendido entre las manos de Liam. Sin embargo, no lo coge.

Da dos pequeños pasos y está a mi lado.

Se apoya en mis rodillas y Liam se retira algo más de nosotros para dejarnos intimidad.

-¿Estás bien? – Me pregunta.
-Sí, papá.
-¿Hablas enserio? – Replica el hombre.
-Sí. 

Mi padre no insiste más y se queda unos segundos intentando darme tiempo, quizás para que yo le contase algo del por qué estaba así.

Consciente de que no le voy a decir nada, suelta mis rodillas y siento como el frío que tengo por todo el cuerpo, viaja también para acapararme las rodillas.

Arrastra los pies hasta el pasillo y se queda en el arco de la puerta.

-Cuando puedas me gustaría que bajases, ________. Tengo noticias. – Me informa
-Está bien. – Digo.

Liam se acerca a mí y deja de lado la esquina en la que se encontraba. ¿Se sentirá ella tan sola como me siento yo cuando se va de mi lado?

Mi padre cierra la puerta y Liam vuelve a dejar el abrigo en la cama y, con un pequeño impulso, sube a la alta cama para tomar asiento.

-Por los pelos. – Dice.

Le miro y devuelvo la mirada al suelo, entrelazando mis manos y poniéndolas en mis rodillas.

-Lo siento, Liam… No quería ponerme así. – Digo.
-¡No! – Exclama, preocupado.

Levanto cuidadosamente la mirada, y le encuentro. Encuentro sus pequeños ojos marrones. Un cosquilleo me retuerce el estómago y me acuerdo de su profundo abrazo.

-Lo siento yo. – Añade mientras se baja de la cama. – Creo que no estás preparada para hablar de algo como esto. Sea lo que sea, no creo que este sea el momento para saber de qué se trata. Tómate tu tiempo, ______.

El chico se encuentra enfrente de mí. Estamos igualados en altura. Sus grandes manos se posan en mis mejillas y esquivan el cabello que impide que mi rostro se vea limpio.

Ahora, con sus pulgares, seca mis lágrimas de debajo de los ojos.

Mientras pestañeo, siento un choque frontal de mis pestañas con su pulgar, y me estremezco completamente.

-Eres preciosa, _______. Debes saberlo. – Me susurra.

Le sonrío para tranquilizarle. ¡Oh, Dios! Esta situación es realmente extraña. Él me está llamando preciosa. ¡Él!

Estamos minutos mirándonos. Compartiendo miradas, desahogándonos a base de solo mirarnos.

-Creo que tu padre necesita hablar contigo. – Dice por fin, mientras aparta sus manos de mi rostro.

El momento se interrumpe, se rompe. Y, por un momento, quiero que el tiempo retroceda, y que el abrazo de antes, se repita.

-S-sí. – Balbuceo.

Doy una vuelta sobre mi cuello con la cabeza mientras Liam coge su abrigo. Salto de un pequeño bote de la cama, y me dirijo a la puerta.

Ambos salimos de mi habitación y bajamos hasta el hall.

-Creo que yo ya me voy. – Dice Liam.
-¿No quieres tomar nada? – Pregunto.
-Mejor habla con tu padre. Tengo que estudiar para mañana, ¿Recuerdas?
-¡¿Aún no lo has hecho?! – Exclamo.
-Fui a correr al parque. 

Le sonrío tímidamente y entiendo que el deporte es una de sus aficiones más, junto a la música.

-¡Vaya! Por fin bajáis.

La voz grave me alerta de que mi padre está detrás de nosotros. Me giro y me encuentro al hombre en la puerta del salón, apoyado en el marco.

-Yo ya me voy, señor Miller. – Informa Liam.
-Por favor, llámame Chad.

Liam sonríe. ¡Vaya! Hasta parece ruborizado. Quizás por inercia, mi sonrisa también se dibuja solo de mirarle. Él me mira y me doy cuenta de que estoy quedando como una idiota por sonreír por algo que a mí no me incumbe. Retiro la mirada de Liam y, mientras miro al suelo, entrelazo mis manos.

-¿Me he perdido algo? – Pregunta mi padre.
-No, no. – Niego rápidamente yo. – Liam ya se va.

El chico asiente con la cabeza y yo me pongo a su lado para acompañarle hasta la puerta.

-¡¿Ya?! – Exclama mi padre. – Puedes quedarte a cenar, Liam.
-Oh, no, no. Gracias, señor… - Liam gira sus ojos y se da cuenta de la advertencia anterior de mi padre. – Chad. – Corrige.
-¿Estás seguro? – Insiste mi padre. – Creo que ______ podría enseñarte sus magníficas fotografías.

Mi gesto cambia en menos de una milésima de segundo. ¡¿Las fotografías?! No, no. No quiero enseñárselas. No ahora.

-Es muy buena. – Recalca el hombre.

Niego con la cabeza tan rápido como puedo. Me pongo detrás de Liam y empujo su espalda hasta conducirle a la puerta. Mi padre nos sigue.

-Eh, cielo. ¿Acaso no vas a dejar que Liam vea el talento que tienes? – Pregunta el hombre mientras camina.

Me paro cuando por fin consigo dejar a Liam al pie de la puerta. El chico se da la vuelta para observarnos.

-¿No me vas a enseñar tus fotografías, ______? – Me pregunta ahora el chico.

Me giro rápidamente hacia él y pongo cara de enfado mientras abro las palmas de las manos. Me están irritando.

Liam se envuelve en una pequeña y disimulada carcajada. ¡A ese chico le encanta desquiciarme!

-Te las enseñaré, Liam. – Le digo, en un tono autoritario.

El chico me sonríe y asiente, conforme con mi advertencia.

-Mejor me marcho. Un placer verle, Chad. – Se despide con un tono educado de mi padre.

-Igualmente. – Contesta el hombre.

Ambos se mandan una sonrisa cómplice mientras que mi padre se retira de la escena para dejarnos despedirnos. Me doy cuenta de lo bien que han congeniado Liam y mi padre. Quizás es porque cualquier persona cercana a mí se habría dado cuenta de que yo solo sonrío sinceramente cuando Liam está a mi lado.

-Creo que tenemos algo pendiente. – Musita Liam.
-¿Ah, sí? – Pregunto. - ¿Qué le hace pensar que yo quiero una cita con alguien como usted, señorito Payne?
-No, no hablo de citas. Nada de citas, señorita. A lo nuestro no se le puede permitir el lujo de llamarlo citas.

Sonrío como una idiota cuando lo denomina “Lo nuestro” ¿Acaso es algo diferente a la amistad del resto de adolescentes? ¿Acaso podría denominarse “Nuestro”?

-Mañana nos vemos. – Dice. – Espero que estudies más que yo.
-No dudes que lo haré.

El chico sale por la puerta mientras sacude su mano. Yo le imito mientras sonrío.

Después, cierro la puerta y me siento vacía. Su olor permanece aquí, pero él no. Y eso me mata.

Sueno como una protagonista de cuentos enamorada de un príncipe azul. ¡¿Amor?! ¡¿Qué mosca me ha picado?!

Sacudo lo más fuerte que puedo la cabeza para quitarme esa idea. ¡Puag! No quiero saber nada sobre ese tema.

-¡Por fin te tengo para mí! – Exclama mi padre saliendo de la cocina.

Arrastro los pies hasta el salón y él me persigue.

-¿Qué pasa? – Pregunto.

El hombre espera a que los dos tomemos asiento y enreda sus dedos de ambas manos mientras me mira. Yo me tomo mi tiempo para enrollarme en la manta y acomodarle, para después mirarle.

-¿A qué se debe tanto misterio, papá? – Pregunto.
-Ese chico es buena influencia.
-Lo sé.

El hombre se echa a reír y mira a un lado, intentando calmar su carcajada.

-Tranquila, cielo. No quiero ponerte roja; Aparte, quiero hablar de algo que no tiene nada que ver con Liam.

Frunzo el ceño y pienso. ¿Qué querrá decirme?

-¿Recuerdas que te dije que me llamó tu tía Alice hace unos días? – Pregunta.

En mi mente pasan muchas cosas, demasiadas; Quizás por eso no recuerde cuándo me dijo exactamente eso.

-No. – Niego.
-Tu prima Gabriela vendrá a pasar una temporada con nosotros. Quizás venga en un par de días.
-¿Una temporada? – Replico.
-Indefinida, de momento. Seguramente la matriculen en tu instituto, así que me gustaría que le presentases a Liam. Seguro que congenian igual de bien.

¿Acaso la suerte se ha puesto ya de mi lado? Gabi no podría venir en un momento mejor que este.

-¡Genial! – Exclamo.

Mi padre sonríe y se abalanza sobre mí. Me ofrece un abrazo en el que me siento refugiada. Sonrío aun que no me vea.

-¿Le has contado algo a Liam de…? – Pregunta.

En ese momento, mis articulaciones y órganos se congelan. Me vuelvo fría. Un témpano de hielo.

Me separo de él cuidadosamente y le miro a los ojos. Tras unos segundos intentando no romperme en lágrimas, niego con la cabeza.

-Voy a estudiar. – Digo.

Mi padre asiente con la cabeza, culpable de haber roto un momento como ese. Me pongo en pie y, mientras atravieso el salón, me rompo.

***

Toda la clase está histérica. En apenas diez minutos, haremos el examen del que yo debería de estar totalmente preparada.

Exactamente eso, debería. La biología y yo siempre nos hemos llevado muy bien, pero desde que Liam apareció, todos los esquemas de las células y relacionados, se habían roto en mi mente; Y no solo los de biología, sino todos los esquemas de mi vida en general.

Estoy sentada en la mesa, apoyada en la pared, mientras que Liam juega a algún juego de su móvil.

-Deberías de estar estudiando las células. – Le digo.

El chico levanta la mirada y me sonríe cuando nuestros ojos coinciden.

-¿Acaso lo estás haciendo tú? – Pregunta, y regresa la mirada al juego.
-Yo estudié.
-Y yo también.

Ambos reímos. Jamás pensé que en estas cuatro paredes me pudiera sentir reconfortada. Segura. Con algo de autoestima. ¿Acaso eso existía?

-¿Y tú? – Me pregunta de nuevo el chico, con la mirada fijada en su pantalla del móvil, y haciendo movimientos bruscos con él. - ¿Estás nerviosa?
-¿Yo? – Replico. -¿Por qué iba a estarlo? Te acabo de decir que me sé el tema estupendamente.

El chico levanta de nuevo la mirada y da con mis ojos. Los suyos son tan negros, tan profundos, tan misteriosos…

-Le recuerdo a la señorita que quería una cita conmigo, que la cita la tiene en la cafetería “Time & Coffe”

¡Oh, Dios! Se me había olvidado por completo la “entrevista”

-Se te olvidó volver a llamar, ¿no? – Pregunta.

Me muerdo el labio e intento poner cara de inocente. El chico sonríe y yo a la vez que él.

¿Cómo puede saber exactamente todo lo que voy a hacer? ¿Cómo sabe siempre lo que estoy pensando? ¿Acaso también sabrá todo lo que pienso cuando le veo sonreír?

-Tranquila. Me encargué de concretar tu cita. Yo lo estropeé, yo lo he arreglado.

Mi cara es de total sorpresa.

-¿Qué has hecho, Liam? – Pregunto.
-Aun que ni yo ni tu padre estemos de acuerdo en que trabajes, creo que te debía el favor. Tienes la entrevista confirmada a las cinco y media. Debes ir algo arreglada.
-¡Joder, Liam!

Y, de nuevo, esa inercia de abrazarle me sale sola. Cuando me doy cuenta, estoy enredada en sus brazos, oliéndole y disfrutando de sus manos posadas en mi espalda.

Pero algo lo estropea. Mi mirada no puede evitarlo y va a parar a la puerta, por donde está entrando Harry, quien ha faltado toda la mañana.

Quizás solo venga por el examen.

Su ceño está fruncido y camina de mala gana. Todo el mundo que está en el aula se vuelve para verle, pero él solo puede hacer una cosa: Mirarme a mí.

Nuestros ojos coinciden y mi estómago se encoje. Suelto rápidamente a Liam e intento retomar la compostura con la máxima dignidad posible.

Sí, Liam ya ha elegido, pero sus ojos verdes y sus rizos tan alborotados y rebeldes, no dejan de intimidarme.

Cuando el diablo se sienta, devuelvo la mirada a Liam.

Arrugo el entrecejo cuando me doy cuenta de que Lilly y Carol le han rodeado. Carol me da la espalda. Yo no pertenezco a ese círculo. O mejor dicho, ellas no quieren que lo haga.

La sangre de Lilly quemaría sus venas cuando ha visto que abrazaba a Liam.

Una rara rabia me recorre desde el dedo gordo del pie hasta el último pelo de mi melena.

Mientras frunzo el ceño, me retiro de ese ridículo círculo, y saco mi teléfono móvil, el cual uso de espejo para disimular.

-El otro día estuve esperando a que vinieses a los entrenamientos de baloncesto. – Informa Lilly.

Levanto la mirada y veo que la chica está insinuándose a Liam. El chico parece intimidado y quiere quitársela de encima.

Regreso la mirada a la pantalla y continúo escuchando.

-Tenía otros planes. – Contesta Liam, frío.

No sabía que ese chico pudiese llegar a ser tan cortante. Parece incompatible con él.

-Creo que el equipo de baloncesto triunfaría con un jugador como tú. – Dice de nuevo Lilly. – Ya escuchaste a Harry, eres la pieza que le falta al puzle para ser perfecto.

Miro de reojo de nuevo la escena y veo como Liam aparta la mirada de la chica, que continúa acosándole.

-Lilly, no sé si será buena idea formar parte de ello… - Contesta Liam.

Mi oído no da abasto. Liam está dudando. ¡Está dudando! ¿Acaso no me dijo que ya había elegido? ¿Acaso no me dijo que él me prefería a mí que a ellos?

Me levanto de mala gana de la mesa y me dirijo a la puerta. Me apoyo en ella y tengo la mitad del cuerpo en el pasillo y la mitad del cuerpo en la clase, de manera que veo todo lo de mí alrededor.

Pero yo solo puedo fijarme en algo: La persistente conversación de Lilly y Liam.

La chica está sonriendo. ¡Arg! La sangre me arde por dentro, tanto que creo que voy a explotar.

Pero mi duda se despeja cuando veo que Liam también sonríe. ¡Voy a explotar! ¿Liam riéndose con esa idiota? ¿Por qué?

Parece estarlo pasando genial. Parece que la sonrisa con Lilly es tan sincera como cuando está conmigo.

¿Y si de verdad Harry tenía razón y el sitio de Liam siempre debió de ser con ellos? ¿Y si de verdad estoy interrumpiendo algo en lo que él puede servir? ¿Y si de verdad no le convengo?

-¡Hey! – Exclama alguien delante de mí.

Vuelvo al mundo real y me percato de que es Nicole. Está haciendo gestos raros con las manos delante de mi cara.

-¡Nicole! – Exclamo.
-Llevo llamándote desde la mitad del pasillo. – Me informa.
-Lo siento, estaba…
-¡Pareces celosa! – Exclama de broma, sonriendo y dándome pequeños toquecitos con el codo en mi cadera.

Finjo una sonrisa, ya que su cara es amable y no la quiero desilusionar. Sin embargo, un escalofrío me recorre en los mismos sitios desde donde antes se desprendía mi rabia.

Celos. Esa palabra vibra en mi cerebro, de tal manera que hasta me llego a replantear si pueden llegar a ser celos. ¿Ese sentimiento no existe solo en las relaciones de pareja?


Quizás lo que tenga sea miedo de perder a la única persona que me ha valorado. Quizás lo que tenga sea miedo de perder a mi ángel de la guarda. O quizás tenga miedo a sentir celos, porque eso quiere decir que los siento de verdad. 


PD. ¡Hola amores! Para las que no lo hayáis leído, aquí está la sinopsis + un fragmento del trailer de "Whispers" (La próxima novela de Harry) Me encantaría que leyéseis esta entrada: http://sttories1d.blogspot.com.es/2014/01/sinopsis-proxima-novela-harry-breve.html#comment-form POR FAVOR! #NereaLoveNerrys.



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