“-¿Y si me como el helado, qué?
-Entonces te castigaré.
-No, no me castigarás, mamá. Sabes
que no podrás.
-¿Me estás tentando, pequeña?
-Píllame si puedes.”
Aún recuerdo
con precisa exactitud cómo eran nuestras discusiones. El helado de chocolate me
volvía y me vuelve loca. Todo a su lado era mejor.
Aún no
olvido ese pelo dorado largo y rizado corriendo por todos los lados. Hasta
que se apagó. Hasta que ya no brilló más. Hasta que no era de ningún color más
que otro de los muchos grises con los que convivo a diario.
-Señorita
Miller. – Dicen.
Sacudo la
cabeza y regreso a la Tierra.
Cuchicheos,
como de costumbre, invaden mi mente. Entre ellos Lilly y Carol, que se
encuentran en las mesas de mi izquierda.
Como
siempre, yo estoy en la última, sin compartir pupitre y pensando en ella.
-¿Está usted
atendiendo? – Pregunta.
-Sí,
profesor. – Digo.
-Bien,
entonces: ¿Por qué no me dice la diferencia entre lenguaje y lengua?
Pestañeo un
par de veces intentando buscar una respuesta coherente, quizás algo elaborada,
que intente dejar mi reputación –poca reputación- algo más alta de lo que la
estoy dejando yo sola.
-Hey,
Miller. – Me susurra Harry.
Bajo mis
ojos hacia los suyos verdes y potentes. Siento un escalofrío cuando noto que su
sonrisa está produciendo esos hoyuelos que a tantas chicas les vuelven locas.
Incluida a mí.
-¿Acaso no
lo sabes? – Pregunta.
Su voz ronca
continúa siendo la protagonista del retumbo en mi mente.
-Está bien.
– Interrumpe el profesor Burton. – Prefiero no darle más tiempo para intentar justificarse, señorita Miller. Hablaré con usted después de clase.
Cierro los
ojos y me maldigo. ¿Justo tenía que ser hoy? ¿Justo hoy?
-¿Dónde has
estado a primera hora? – Me pregunta de nuevo Harry, susurrando.
Le miro con
ganas de estrangularle. Dentro de lo que le pueda importar, sé que sólo será
para burlarse de mí o para inventarse cualquier cosa que pueda usar en contra.
-Parecías
afectada por lo que te han hecho en el bus. – Añade.
-Styles. –
Avisa el profesor.
El chico que
mantenía uno de los codos en el respaldo de su silla para girarse hacia mí, se
siente inmediatamente intimidado por el aviso del profesor Burton.
-Continuando
con la clase, quiero que sepáis distinguir perfectamente las tres cualidades
que están apuntadas en la pizarra. Para ello…
La charla
del profesor es interrumpida por un golpe seco en la puerta.
-Adelante.
La puerta se
abre despacio y, en mi campo de visión, aparece un conserje acompañado de un
chico.
Un chico
castaño, con el flequillo perfectamente peinado hacia un lado y el que cae por
su frente. Con una sudadera negra y unos pantalones oscuros. Su bandolera
cuelga de una forma que, de cierta manera, le da un aire inocente.
Todo el mundo
empieza a cuchichear y yo le continúo revisando, aun que a ese físico ya he
tenido la oportunidad de revisarle antes. ¡Es el chico del parque y las
palomas!
El profesor
Burton habla con el conserje mientras que el joven hace de intermediario
–callado- entre los dos. Quizás el conserje le esté haciendo una breve presentación sobre el chico al profesor.
Veo que el
profesor asiente y pone una de sus manos en el hombro del chico, el cual es dos
o tres centímetros más bajo que el hombre.
-Silencio. –
Ordena.
La clase
hace un eterno silencio y yo me dejo escurrir por la silla, esperando que le pupitre
sea lo suficientemente grande como para taparme.
-¿Quieres
sentarte o prefieres presentarte? – Le pregunta el profesor.
-Preferiría
sentarme, gracias.
-Bien,
entonces, allí hay un sitio libre.
El profesor
señala con el dedo índice a mi pupitre tras buscar un sitio libre más cercano.
No lo hay.
Soy la única persona en toda la clase que no comparte pupitre. Ahora ya lo
compartiré.
El chico se
queda sorprendido cuando me ve, casi metida debajo de la mesa, escondiéndome de
él o quizás de los rubores que me aparecerán en cuanto se siente a mi lado.
Emprende
camino hacia mi pupitre y retira la silla con la mano delicadamente. Se quita
la bandolera y se sienta.
-¿Podrías…?
Le miro de
reojo y veo que por séptima u octava vez me mira, ¡Y no se asusta!
Frunzo el
ceño sin saber bien a qué se refiere y veo que mira la mochila. Me abalanzo
sobre ella inmediatamente y se la quito de la mesa.
La charla
del profesor Burton continúa de fondo. Y yo, sin embargo, tengo la sensación de
que me estoy poniendo roja.
-Qué
casualidad. – Murmura el chico mientras rebusca algún cuaderno por su
bandolera, ya sentado. – Menos mal que no me contaste nada. Ahora te veré todos los días.
-¿C-casualidad?
– Balbuceo.
-Sí. No me
dio tiempo a decirte mi nombre y ahora te tengo aquí, siendo mi compañera de
mesa. ¡Y yo pensando que no nos veríamos más!
-B-bueno,
yo…
El chico
echa a reír y me mira, casi siendo intimidante.
-¿Podrías
hacerme otro favor? - Pregunta de nuevo.
-Mmm, sí.
Claro. Dime.
¿Favores?
¿Ya? ¿Tan pronto?
-¿Podrías
dejar tu libro en medio de las mesas? Aún no tengo el mío.
-Ah, eh,
bueno. Sí. Claro. Toma.
Se sorprende
y frunce el ceño cuando le dejo el libro en su mesa completamente.
-¿Y tú? –
Pregunta.
-No, no.
Tranquilo. Yo… yo no estoy atendiendo mucho.
-¿Por qué?
-Bueno… La
diferencia entre lenguaje y lengua no es mi fuerte.
En el
asiento de delante alguien se remueve. Harry de nuevo está retomando su
anterior posición, y cuidadosamente, pone de nuevo el codo en el respaldo de la
silla, de forma que queda su perfil mirando hacia mí, nuestro, pupitre.
-Hey. –
Saluda.
Miro al
chico de reojo y me sorprendo al ver que solo levanta la mirada.
-Hola. – Le
dice, tras unos segundos de silencio.
-Soy Harry, Harry Styles. – Se presenta.
-Encantado,
Harry.
El chico le
lanza una sonrisa y yo les miro pacientemente a ambos. ¿Qué diablos intenta
Harry?
-Fuera de clase,
Styles. – Grita el profesor Burton.
-¿Fuera? –
Replica Harry.
-Ahora
mismo. – Ordena el hombre.
Harry pone
los ojos en blanco y se levanta de su sitio dispuesto a abandonar la clase.
Miro a Carol
y a Lilly, las que sonríen cómplices al ver la reacción del chico. Le hace una
mueca al profesor antes de abandonar la clase, y termina dando un fuerte
portazo a la puerta.
El profesor
resopla y yo devuelvo la mirada a las dos chicas, quienes ahora miran a Liam
mandándole sonrisas.
Abro los
ojos, sin poderme permitir sacarlos de las órbitas. ¿Lilly y Carol estaban
mirando al chico? ¡Y él también las mira!
Quizás esa
imagen de bueno, educado y reservado haya sido solo eso, una imagen.
-Observadora,
cuidadosa, reservada. Callada, pero solo a veces. No sabes donde frenar a la
gente pero sí sabes qué hacer en los momentos en los que no quieren que te vean
mal. Sin embargo, te consideras demasiado débil, inútil y demás retahíla de
adjetivos que usarías para seguir insultándote.
Pestañeo
tras escuchar el discurso del chico, el que me estaba dando la espalda y no ha
dejado de mirar a las dos chicas ni un segundo mientras me lo decía.
-¿Me
equivoco? – Reclama, poniéndose en una situación que le permite mirarme.
Trago saliva
e intento recobrar el aliento. Me ha dejado sin palabras. ¿Cómo diablos ha
podido acertar tantas cosas? Incluso usa las mismas palabras que yo para
describir mis pensamientos.
-Por cierto: Liam. Liam Payne. – Añade.
-L-Liam. –
Repito.
-Sí. Liam. –
Vuelve a decir.
Su olor
entre dulce y limpio vuelve a invadirme de lleno, rodeándome y haciéndome que
los sentidos que había disparado por todas las partes del piso hubieran sido
estrellados directamente contra el suelo. Parecía que la única persona que
había apostado por mí en toda la clase – porque lo había hecho – venía
dispuesto a disparar todas mis opiniones propias.
-No me
gustaría añadir muda a la lista de adjetivos calificativos. – Susurra.
-S-sé hablar.
– Balbuceo.
-¿Te has
dado cuenta? Justo los que te han jodido son los tres que han intentado
entablar conversación conmigo. – Susurra. – Qué casualidad.
Pestañeo y
me estoy dando cuenta de que, aun que yo pensaba que fuese imposible, el chico
estaba disparando todo mi sentido común de nuevo por el suelo, arrastrándolo y
dejándolo dado la vuelta para que mi manera de ver las cosas cambiasen, de
repente, por completo.
El timbre
suena y todo el mundo recoge rápidamente. Yo, como siempre, meto con cautela
los libros dentro de la mochila y me la cuelgo encima de los hombros mientras
pienso en qué rincón del instituto podré ponerme hoy en el recreo para que no
me molesten.
Emprendo
camino por la clase y voy a cruzar la puerta cuando un chistido me para.
-Miller. –
Me llaman. El profesor Burton. – Creo que le dije que quería hablar con usted.
-Sí, bueno,
yo…
Harry de
repente entra a la clase y va hacia el pupitre a por su mochila.
-¿Quieres
venirte a echar unas canastas? – Le pregunta Harry a Liam. – Así nos conocemos.
-No,
gracias. Quizás otro día. Hoy no traigo ropa adecuada. – Contesta Liam.
El chico
debe sorprenderse porque no contesta nada y sólo se escucha como cuelga su
mochila de los hombros y comienza a andar hasta la salida.
-Y con
usted, Styles, la próxima vez hablaré seriamente. No me importaría que
volviesen a echarle unos días a su casa.
-Profesor
Burton, me echaría de menos.
-Más le
echará su madre. Váyase antes de que me arrepienta de no echarle ya.
El chico de
rizos sacude su pelo y, tras mandarle una sonrisa con esos perfectos hoyuelos,
sale de la clase.
El hombre se
rasca el cuello y creo que está pensando en qué decirme, mientras que Liam
continúa en el último pupitre ordenando quién sabe qué.
-Puede
hablar. – Dice Liam, al fondo.
-¿Qué? – Reclama
el profesor.
-Que puede
hablar. Todo lo que le va a decir yo ya lo sé. – Contesta el chico.
-¿Cómo dice?
– Replica por segunda vez el hombre.
-Discúlpele,
profesor. – Digo. – Es que… Yo ya conozco a Liam.
El profesor
Burton abre los ojos, sorprendido, y exclama con la boca sorpresa.
-Entonces creo
que podré pedirle algo. - Me dice.
Liam se
acerca a mi lado con las manos metidas en los bolsillos y se pone a mi derecha.
-Claro. –
Contesto.
Le miro con
el ceño fruncido y me resulta algo raro tener a alguien de mi edad tan cerca de mí sin el miedo de que vaya a atacarme.
-¿Podría
enseñarle el instituto a Liam? – Me pregunta.
-Mmm, bueno,
yo…
-Claro. –
Contesta, entusiasmado, Liam. – Lo hará encantada. ¿Verdad…?
¡Mierda! Ni
siquiera sabe cómo me llamo. Esta situación es muy incómoda. Mucho.
-Sí. – Digo,
sin pensármelo más. – Lo haré yo.
-Genial.
Espero que mañana pueda preguntarle donde está el despacho del director y sepa
contestarme en menos de cinco segundos, Payne.
-No le
decepcionaré, profesor.
El hombre
sonríe satisfecho a la respuesta de Liam y yo miro asombrada la conversación
desde fuera.
Liam es
diferente a todos ellos. Su personalidad es tan... admirable, que asusta.
-Hasta
mañana, entonces. – Se despide el profesor Burton.
-Hasta
mañana. – Decimos a unísono.
La clase se
queda en silencio y nosotros dos continuamos uno al lado del otro, mirando
hacia donde estaba el profesor y sin saber qué decirnos.
-Calculadora,
controladora y perfeccionista. – Añade.
-¿Qué? –
Replico.
-Eres
calculadora, controladora y perfeccionista.
-Oh, Dios.
¿Por qué dices ahora eso?
-La manera de
pronunciar demuestra cuanto de calculadora pueden ser las personas. Me lo enseñó una persona muy importante para mí. Tú eres de
ese tipo que hacen cálculos antes de decir u hacer cualquier cosa porque
quieren que todas les salga bien y tenerlo todo bajo control. De ahí lo de perfeccionista y controladora.
Frunzo el
ceño sintiendo miedo. Pero, por un segundo, pienso que tiene razón. ¡Oh, Dios
mío!
-Eres
demasiado inteligente. – Digo.
-Soy
observador, no tanto como tú.
-¿Por qué
sabes que yo lo soy?
-Has
observado pacientemente como miraba a Harry cuando él se giró a presentarse, y
sabías perfectamente que no le daría la respuesta que quería escuchar. Sin
embargo, no te has quedado tranquila hasta que no lo he hecho.
-B-bueno,
yo…
El chico
sonríe gracias a mi cara de anonadada. Me ha dejado muy sorprendida.
-¿Me
ensañarás el instituto? – Pregunta.
-Ni hablar.
– Contesto.
-¿Por qué?
-Tengo que
desayunar. – Contesto.
-Desayuna
mientras me lo enseñas, entonces.
-No me gusta
comer y andar.
-Bueno,
entonces…
-Ya nos
veremos, Liam.
-Sí, cuando
quieras…
-______. –
Contesto yo rápidamente. - Me llamo _______ Miller.
-Bonito
nombre. – Me dice.
Pestañeo
rápidamente, sin saber muy bien por qué me ruborizo.
-Gracias. –
Contesto.
Me sonríe
por última vez y, en un segundo, veo como levanta la mano dirigiendo la mirada detrás
de mí.
Frunzo el
ceño y le vuelvo a mirar.
-Nos vemos,
______. – Me dice.
Un segundo
después, emprende camino hacia una chica. Es rubia pelo rizado y casi por el
pecho. Ojos azules y medianos, sonrisa perfecta. Viene vestida con unos
pantalones ceñidos y claros. Una sudadera de color rosa y unas converse de casi
el mismo color. Es preciosa. Seguramente sea su novia.
Se dan un
cariñoso abrazo y comienzan a andar a la misma altura.
Me quedo en
medio del pasillo observando cómo los dos van desapareciendo, coordinados a la
perfección.
bueno bueno bueno que bonito es tan asdfghjkxoxo que no tiene ni palabras para describirlo estos dos capitulos has sido perfectos y esperamos que lo siga siendo la novela en si. No te entretenemos mas muchos besos preciosa
ResponderEliminarOMG...OMG!!!! Seguila que me ENCANTA.. Es PER-FEC
ResponderEliminares tan.......slkafjhkjdgfvñag :3 BESOSxx
Oh no.. quien es ella!?? Nerea no me asustes, liam es mio, bueno vale, en verdad es de __________ pero no!! Me parece una forma mu cute como le describes en serio, me hace meterme mas en la historia, imaginarlo, soñar despierta. Tener a Liam y conocer su oler. Gracias por todo esto
ResponderEliminarPD: Styles va de rebelde eh!! Uhh.. me gusta ahaha Pero liam ganaa! ;)
*hiperventilando, hiperventilando* Genial Nere, me encanta esta nueva faceta de rayita para la novela, en serio. Me siento identificada, tal vez por su timidez o inseguridad. Me seguis? @Leire_P7 :)
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