jueves, 14 de noviembre de 2013

Capítulo 2.

“-¿Y si me como el helado, qué?
-Entonces te castigaré.
-No, no me castigarás, mamá. Sabes que no podrás.
-¿Me estás tentando, pequeña?
-Píllame si puedes.”

Aún recuerdo con precisa exactitud cómo eran nuestras discusiones. El helado de chocolate me volvía y me vuelve loca. Todo a su lado era mejor.

Aún no olvido ese pelo dorado largo y  rizado corriendo por todos los lados. Hasta que se apagó. Hasta que ya no brilló más. Hasta que no era de ningún color más que otro de los muchos grises con los que convivo a diario.

-Señorita Miller. – Dicen.

Sacudo la cabeza y regreso a la Tierra.

Cuchicheos, como de costumbre, invaden mi mente. Entre ellos Lilly y Carol, que se encuentran en las mesas de mi izquierda.

Como siempre, yo estoy en la última, sin compartir pupitre y pensando en ella.

-¿Está usted atendiendo? – Pregunta.
-Sí, profesor. – Digo.
-Bien, entonces: ¿Por qué no me dice la diferencia entre lenguaje y lengua?

Pestañeo un par de veces intentando buscar una respuesta coherente, quizás algo elaborada, que intente dejar mi reputación –poca reputación- algo más alta de lo que la estoy dejando yo sola.

-Hey, Miller. – Me susurra Harry.

Bajo mis ojos hacia los suyos verdes y potentes. Siento un escalofrío cuando noto que su sonrisa está produciendo esos hoyuelos que a tantas chicas les vuelven locas. Incluida a mí.

-¿Acaso no lo sabes? – Pregunta.

Su voz ronca continúa siendo la protagonista del retumbo en mi mente.

-Está bien. – Interrumpe el profesor Burton. – Prefiero no darle más tiempo para intentar justificarse, señorita Miller. Hablaré con usted después de clase.

Cierro los ojos y me maldigo. ¿Justo tenía que ser hoy? ¿Justo hoy?

-¿Dónde has estado a primera hora? – Me pregunta de nuevo Harry, susurrando.

Le miro con ganas de estrangularle. Dentro de lo que le pueda importar, sé que sólo será para burlarse de mí o para inventarse cualquier cosa que pueda usar en contra.

-Parecías afectada por lo que te han hecho en el bus. – Añade.
-Styles. – Avisa el profesor.

El chico que mantenía uno de los codos en el respaldo de su silla para girarse hacia mí, se siente inmediatamente intimidado por el aviso del profesor Burton.

-Continuando con la clase, quiero que sepáis distinguir perfectamente las tres cualidades que están apuntadas en la pizarra. Para ello…

La charla del profesor es interrumpida por un golpe seco en la puerta.

-Adelante.

La puerta se abre despacio y, en mi campo de visión, aparece un conserje acompañado de un chico.

Un chico castaño, con el flequillo perfectamente peinado hacia un lado y el que cae por su frente. Con una sudadera negra y unos pantalones oscuros. Su bandolera cuelga de una forma que, de cierta manera, le da un aire inocente.

Todo el mundo empieza a cuchichear y yo le continúo revisando, aun que a ese físico ya he tenido la oportunidad de revisarle antes. ¡Es el chico del parque y las palomas!

El profesor Burton habla con el conserje mientras que el joven hace de intermediario –callado- entre los dos. Quizás el conserje le esté haciendo una breve presentación sobre el chico al profesor.

Veo que el profesor asiente y pone una de sus manos en el hombro del chico, el cual es dos o tres centímetros más bajo que el hombre.

-Silencio. – Ordena.

La clase hace un eterno silencio y yo me dejo escurrir por la silla, esperando que le pupitre sea lo suficientemente grande como para taparme.

-¿Quieres sentarte o prefieres presentarte? – Le pregunta el profesor.
-Preferiría sentarme, gracias.
-Bien, entonces, allí hay un sitio libre.

El profesor señala con el dedo índice a mi pupitre tras buscar un sitio libre más cercano.

No lo hay. Soy la única persona en toda la clase que no comparte pupitre. Ahora ya lo compartiré.

El chico se queda sorprendido cuando me ve, casi metida debajo de la mesa, escondiéndome de él o quizás de los rubores que me aparecerán en cuanto se siente a mi lado.

Emprende camino hacia mi pupitre y retira la silla con la mano delicadamente. Se quita la bandolera y se sienta.

-¿Podrías…?

Le miro de reojo y veo que por séptima u octava vez me mira, ¡Y no se asusta!

Frunzo el ceño sin saber bien a qué se refiere y veo que mira la mochila. Me abalanzo sobre ella inmediatamente y se la quito de la mesa.

La charla del profesor Burton continúa de fondo. Y yo, sin embargo, tengo la sensación de que me estoy poniendo roja.

-Qué casualidad. – Murmura el chico mientras rebusca algún cuaderno por su bandolera, ya sentado. – Menos mal que no me contaste nada. Ahora te veré todos los días.
-¿C-casualidad? – Balbuceo.
-Sí. No me dio tiempo a decirte mi nombre y ahora te tengo aquí, siendo mi compañera de mesa. ¡Y yo pensando que no nos veríamos más!
-B-bueno, yo…

El chico echa a reír y me mira, casi siendo intimidante.

-¿Podrías hacerme otro favor? - Pregunta de nuevo.
-Mmm, sí. Claro. Dime.

¿Favores? ¿Ya? ¿Tan pronto?

-¿Podrías dejar tu libro en medio de las mesas? Aún no tengo el mío.
-Ah, eh, bueno. Sí. Claro. Toma.

Se sorprende y frunce el ceño cuando le dejo el libro en su mesa completamente.

-¿Y tú? – Pregunta.
-No, no. Tranquilo. Yo… yo no estoy atendiendo mucho.
-¿Por qué?
-Bueno… La diferencia entre lenguaje y lengua no es mi fuerte.

En el asiento de delante alguien se remueve. Harry de nuevo está retomando su anterior posición, y cuidadosamente, pone de nuevo el codo en el respaldo de la silla, de forma que queda su perfil mirando hacia mí, nuestro, pupitre.

-Hey. – Saluda.

Miro al chico de reojo y me sorprendo al ver que solo levanta la mirada.

-Hola. – Le dice, tras unos segundos de silencio.
-Soy Harry, Harry Styles. – Se presenta.
-Encantado, Harry.

El chico le lanza una sonrisa y yo les miro pacientemente a ambos. ¿Qué diablos intenta Harry?

-Fuera de clase, Styles. – Grita el profesor Burton.
-¿Fuera? – Replica Harry.
-Ahora mismo. – Ordena el hombre.

Harry pone los ojos en blanco y se levanta de su sitio dispuesto a abandonar la clase.

Miro a Carol y a Lilly, las que sonríen cómplices al ver la reacción del chico. Le hace una mueca al profesor antes de abandonar la clase, y termina dando un fuerte portazo a la puerta.

El profesor resopla y yo devuelvo la mirada a las dos chicas, quienes ahora miran a Liam mandándole sonrisas.

Abro los ojos, sin poderme permitir sacarlos de las órbitas. ¿Lilly y Carol estaban mirando al chico? ¡Y él también las mira!

Quizás esa imagen de bueno, educado y reservado haya sido solo eso, una imagen.

-Observadora, cuidadosa, reservada. Callada, pero solo a veces. No sabes donde frenar a la gente pero sí sabes qué hacer en los momentos en los que no quieren que te vean mal. Sin embargo, te consideras demasiado débil, inútil y demás retahíla de adjetivos que usarías para seguir insultándote.

Pestañeo tras escuchar el discurso del chico, el que me estaba dando la espalda y no ha dejado de mirar a las dos chicas ni un segundo mientras me lo decía.

-¿Me equivoco? – Reclama, poniéndose en una situación que le permite mirarme.

Trago saliva e intento recobrar el aliento. Me ha dejado sin palabras. ¿Cómo diablos ha podido acertar tantas cosas? Incluso usa las mismas palabras que yo para describir mis pensamientos.

-Por cierto: Liam. Liam Payne. – Añade.
-L-Liam. – Repito.
-Sí. Liam. – Vuelve a decir.

Su olor entre dulce y limpio vuelve a invadirme de lleno, rodeándome y haciéndome que los sentidos que había disparado por todas las partes del piso hubieran sido estrellados directamente contra el suelo. Parecía que la única persona que había apostado por mí en toda la clase – porque lo había hecho – venía dispuesto a disparar todas mis opiniones propias.

-No me gustaría añadir muda a la lista de adjetivos calificativos. – Susurra.
-S-sé hablar. – Balbuceo.
-¿Te has dado cuenta? Justo los que te han jodido son los tres que han intentado entablar conversación conmigo. – Susurra. – Qué casualidad.

Pestañeo y me estoy dando cuenta de que, aun que yo pensaba que fuese imposible, el chico estaba disparando todo mi sentido común de nuevo por el suelo, arrastrándolo y dejándolo dado la vuelta para que mi manera de ver las cosas cambiasen, de repente, por completo.

El timbre suena y todo el mundo recoge rápidamente. Yo, como siempre, meto con cautela los libros dentro de la mochila y me la cuelgo encima de los hombros mientras pienso en qué rincón del instituto podré ponerme hoy en el recreo para que no me molesten.

Emprendo camino por la clase y voy a cruzar la puerta cuando un chistido me para.

-Miller. – Me llaman. El profesor Burton. – Creo que le dije que quería hablar con usted.
-Sí, bueno, yo…

Harry de repente entra a la clase y va hacia el pupitre a por su mochila.

-¿Quieres venirte a echar unas canastas? – Le pregunta Harry a Liam. – Así nos conocemos.
-No, gracias. Quizás otro día. Hoy no traigo ropa adecuada. – Contesta Liam.

El chico debe sorprenderse porque no contesta nada y sólo se escucha como cuelga su mochila de los hombros y comienza a andar hasta la salida.

-Y con usted, Styles, la próxima vez hablaré seriamente. No me importaría que volviesen a echarle unos días a su casa.
-Profesor Burton, me echaría de menos.
-Más le echará su madre. Váyase antes de que me arrepienta de no echarle ya.

El chico de rizos sacude su pelo y, tras mandarle una sonrisa con esos perfectos hoyuelos, sale de la clase.

El hombre se rasca el cuello y creo que está pensando en qué decirme, mientras que Liam continúa en el último pupitre ordenando quién sabe qué.

-Puede hablar. – Dice Liam, al fondo.
-¿Qué? – Reclama el profesor.
-Que puede hablar. Todo lo que le va a decir yo ya lo sé. – Contesta el chico.
-¿Cómo dice? – Replica por segunda vez el hombre.
-Discúlpele, profesor. – Digo. – Es que… Yo ya conozco a Liam.

El profesor Burton abre los ojos, sorprendido, y exclama con la boca sorpresa.

-Entonces creo que podré pedirle algo. - Me dice.

Liam se acerca a mi lado con las manos metidas en los bolsillos y se pone a mi derecha.

-Claro. – Contesto.

Le miro con el ceño fruncido y me resulta algo raro tener a alguien de mi edad tan cerca de mí sin el miedo de que vaya a atacarme.

-¿Podría enseñarle el instituto a Liam? – Me pregunta.
-Mmm, bueno, yo…
-Claro. – Contesta, entusiasmado, Liam. – Lo hará encantada. ¿Verdad…?

¡Mierda! Ni siquiera sabe cómo me llamo. Esta situación es muy incómoda. Mucho.

-Sí. – Digo, sin pensármelo más. – Lo haré yo.
-Genial. Espero que mañana pueda preguntarle donde está el despacho del director y sepa contestarme en menos de cinco segundos, Payne.
-No le decepcionaré, profesor. 

El hombre sonríe satisfecho a la respuesta de Liam y yo miro asombrada la conversación desde fuera.

Liam es diferente a todos ellos. Su personalidad es tan... admirable, que asusta.

-Hasta mañana, entonces. – Se despide el profesor Burton.
-Hasta mañana. – Decimos a unísono.

La clase se queda en silencio y nosotros dos continuamos uno al lado del otro, mirando hacia donde estaba el profesor y sin saber qué decirnos.

-Calculadora, controladora y perfeccionista. – Añade.
-¿Qué? – Replico.
-Eres calculadora, controladora y perfeccionista.
-Oh, Dios. ¿Por qué dices ahora eso?
-La manera de pronunciar demuestra cuanto de calculadora pueden ser las personas. Me lo enseñó una persona muy importante para mí. Tú eres de ese tipo que hacen cálculos antes de decir u hacer cualquier cosa porque quieren que todas les salga bien y tenerlo todo bajo control.  De ahí lo de perfeccionista y controladora. 

Frunzo el ceño sintiendo miedo. Pero, por un segundo, pienso que tiene razón. ¡Oh, Dios mío!

-Eres demasiado inteligente. – Digo.
-Soy observador, no tanto como tú. 
-¿Por qué sabes que yo lo soy?
-Has observado pacientemente como miraba a Harry cuando él se giró a presentarse, y sabías perfectamente que no le daría la respuesta que quería escuchar. Sin embargo, no te has quedado tranquila hasta que no lo he hecho.
-B-bueno, yo…

El chico sonríe gracias a mi cara de anonadada. Me ha dejado muy sorprendida.

-¿Me ensañarás el instituto? – Pregunta.
-Ni hablar. – Contesto.
-¿Por qué?
-Tengo que desayunar. – Contesto.
-Desayuna mientras me lo enseñas, entonces.
-No me gusta comer y andar.
-Bueno, entonces…
-Ya nos veremos, Liam.
-Sí, cuando quieras…
-______. – Contesto yo rápidamente. - Me llamo _______ Miller.
-Bonito nombre. – Me dice.

Pestañeo rápidamente, sin saber muy bien por qué me ruborizo.

-Gracias. – Contesto.

Me sonríe por última vez y, en un segundo, veo como levanta la mano dirigiendo la mirada detrás de mí.

Frunzo el ceño y le vuelvo a mirar.

-Nos vemos, ______. – Me dice.

Un segundo después, emprende camino hacia una chica. Es rubia pelo rizado y casi por el pecho. Ojos azules y medianos, sonrisa perfecta. Viene vestida con unos pantalones ceñidos y claros. Una sudadera de color rosa y unas converse de casi el mismo color. Es preciosa. Seguramente sea su novia.

Se dan un cariñoso abrazo y comienzan a andar a la misma altura.


Me quedo en medio del pasillo observando cómo los dos van desapareciendo, coordinados a la perfección.


4 comentarios:

  1. bueno bueno bueno que bonito es tan asdfghjkxoxo que no tiene ni palabras para describirlo estos dos capitulos has sido perfectos y esperamos que lo siga siendo la novela en si. No te entretenemos mas muchos besos preciosa

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  2. OMG...OMG!!!! Seguila que me ENCANTA.. Es PER-FEC
    es tan.......slkafjhkjdgfvñag :3 BESOSxx

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  3. Oh no.. quien es ella!?? Nerea no me asustes, liam es mio, bueno vale, en verdad es de __________ pero no!! Me parece una forma mu cute como le describes en serio, me hace meterme mas en la historia, imaginarlo, soñar despierta. Tener a Liam y conocer su oler. Gracias por todo esto
    PD: Styles va de rebelde eh!! Uhh.. me gusta ahaha Pero liam ganaa! ;)

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  4. *hiperventilando, hiperventilando* Genial Nere, me encanta esta nueva faceta de rayita para la novela, en serio. Me siento identificada, tal vez por su timidez o inseguridad. Me seguis? @Leire_P7 :)

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